El ejemplo de Cueva
El ejemplo de Cueva

“El Perú está lleno de gente talentosa, pero lo malo es que al peruano no le gusta la disciplina, no le gusta la ley y el orden, le gusta más bien la informalidad, le falta compromiso”.

Así me resumía un viejo amigo argentino la idiosincrasia del peruano promedio, a quien lo conocía muy bien porque había trabajado con varios compatriotas en Buenos Aires, la capital de su país.

Y el fútbol, como ningún otro deporte, lo reflejaba a la perfección. Ahí estaba entonces el caso paradigmático de Reimond Manco. Un caso que parecía repetirse en varios futbolistas nacionales que, pese a estar provistos de un talento para el balompié, terminaban hundiéndose en la mediocridad o en el conformismo como consecuencia de la falta de compromiso y disciplina.

Esa parecía ser también la suerte del , un futbolista de “buen pie”, de toque preciso y de picardía. Eso es lo que al menos se veía y eso es lo que al menos pensamos quienes lo veíamos.

En febrero del año pasado, hace poco nomás, Cueva protagonizó un incidente bochornoso con la hinchada de su entonces equipo, el Alianza Lima, luego de la estrepitosa caída ante el Huracán por 0-4 en su propio estadio. Todos lo criticaron. Incluso este periodista escribió una columna titulada “Tenemos el fútbol que merecemos” en la que decía esto: “¿En qué lugar del mundo el futbolista va y agrede a un hincha, que con todas sus imperfecciones es el alma y la razón de ser de un club de fútbol? Aquí lo hicieron y vieron las consecuencias: más violencia y un patético espectáculo”.

Por eso, y por otras razones más, varios cuestionaron la convocatoria de Cueva en la selección. Ricardo Gareca apostó por él, vio lo que otros no veían, confió en sacarle lo bueno y minimizarle lo malo. Y en la Copa América de Chile 2015 Cueva fue una de las revelaciones. Gareca había acertado, sin embargo fue un partido después, justamente contra Chile pero ya en Eliminatorias, que el futbolista nacido en La Libertad tuvo otro arranque pernicioso en pleno partido en el Nacional. Fue expulsado. Y no faltó quien le recriminó a Gareca: “Ya ves, lo dijimos antes”.

Pero como el fútbol da revanchas, por ahora Cueva ha callado la boca de todos. Y luce más tranquilo, equilibrado, feliz, conectado con todos y sobre todo consigo mismo. Comprometido. Y mostrando toda su capacidad. Ha dado gusto verlo así con desparpajo, achorado, conchudo, ejerciendo la picardía futbolística ya olvidada en el Perú, y en Asunción, en el difícil estadio Defensores del Chaco.

Tiene razón mi viejo amigo argentino en su diagnóstico, pero sí es posible cambiar. Cueva lo está demostrando y por eso es hoy el nuevo ídolo del fútbol peruano.

TAGS RELACIONADOS