El golpe de doña Rosa Núñez a don César Acuña
El golpe de doña Rosa Núñez a don César Acuña

Doña , “ex” de Acuña, sabía que este era el momento más propicio. 

Con la campaña iniciando, la popularidad de su otrora marido despegando a punta de periodicazos y encuestas auspiciosas, tenía que meter presión y dar en el punto exacto. Alguien se lo debió haber aconsejado: golpea.

Y doña Rosa golpeó. Bastaron un par de entrevistas a los medios para crear el sismo cuyo epicentro era el norte pero cuyo estremecimiento se sentía en todo el país y, mediáticamente, en Lima.

César Acuña había antes minimizado la demanda de su exesposa. Le pasaba una cantidad de dinero al mes que para cualquier mortal femenino de este país era una lotería, pero para ella, que se jacta de haber sido la que puso la plata y la chamba de mujer incondicional en la génesis de la fortuna Acuña Núñez, era casi un insulto. La doña quería más, y él se reía de sus araños.

Pero una cosa es doña Rosa y su lengua hace un año, y otra cosa es ahora, cuando las papas queman en la campaña electoral. Entonces ella dio el golpe. Y alguien esta vez le tuvo que aconsejar a Acuña: cede o muere.

El problema de Acuña no era ya solo de plata. Era un problema de votos, esos que tanto le interesan y por los que está dispuesto a dar todo lo que tiene. Y, también, hay que decirlo, era un problema de sensibilidad familiar. Acuña es un tipo pragmático capaz de anteponer los números, las sumas y las restas en pos de un beneficio; pero tiene un apego absoluto hacia sus hijos.

Una cosa eran estos escandeletes ventilados en la región; otra cosa en el ámbito nacional y en sus múltiples repeticiones.

El candidato presidencial cedió finalmente. Cinco sedes universitarias en posesión de su exesposa. Y llegó el temblor de mucha gente cercana a él, no solo en lo académico y lo laboral, sino también en lo político, pues sus universidades, ya se sabe, siempre han formado parte de su andamiaje de poder político y electoral. Su contrincante en las pasadas elecciones por el gobierno regional, José Murgia, lo dijo en su momento: “Yo peleo contra dos partidos: APP y la univerisdad de Acuña”.

El triunfo de doña Rosa, por ende, ha sido estratégico. Quizás hasta desleal y poco escrupuloso. Pero real.

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