Es el turno de las mujeres
Es el turno de las mujeres

La recomposición del gabinete con la paridad de género, aquella que postula la igualdad en número entre hombres y mujeres en el Consejo de Ministros, tiene un enorme cálculo político, más que convicciones.

No sé si es lamentable o si es positivo que solo el interés político haya contribuido a que esta idea madure; total, la presencia de las mujeres no le garantiza un mejor gobierno al presidente Martín Vizcarra, sino un nuevo respiro ante la ciudadanía.

La jugada política es válida, envía un mensaje positivo; pero, ojo, solo se ha conseguido ganar oxígeno mientras el gobierno elabora nuevos planes sobre las necesidades nacionales.

Esto no quita que sea un gran paso que las mujeres tengan una gran oportunidad de demostrar su capacidad en altos cargos públicos, los mismos que casi siempre han sido dominados por los hombres (salvo la cartera que lleva el mismo nombre).

La lectura engloba medidas tomadas con respaldo político, pero también movidas que pueden restarle presencia en el Congreso. Por ejemplo, la participación del parlamentario Carlos Bruce en el Ministerio de Vivienda.

A su vez, el nombramiento de Gloria Montenegro tiene apariencia de decisión concertada. El carácter de la parlamentaria ha sido fundamental para hacerle el coro al gobierno, y se puede decir que es la primera ministra de las canteras de Alianza Para el Progreso, de César Acuña.

Aquí no solo se ha ganado el respaldo de esta bancada, sino a una profesional con el dardo en la punta de la lengua para hacerle frente a un debilitado -pero vivo- fujiaprismo.

Al margen de las formas en que se da este cambio de gabinete, considero que en el norte del país hay mucha expectativa en Carlos Bruce sobre la reconstrucción, por su experiencia como ministro en la época del toledismo (aunque tiene un proceso en ética pendiente).

Considerado un gabinete fuera de lo común, espero que las ministras también obtengan todo el apoyo del aparato estatal. No vayan a creer que solo la foto cambiará la idiosincrasia del país.