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Los empresarios reunidos en Paracas por la CADE hablan del primer mundo, sueñan con que podemos llegar a ser del primer mundo. Pero la verdad es que un poco de autocrítica no vendría nada mal.

Y es que en la CADE también justamente se ha hablado -y mucho- sobre la corrupción, de cómo este lastre nos impide dar el salto hacia ese primer mundo que tanto se añora y se menciona.

Siempre, cuando se habla sobre corrupción, los dardos van contra el Estado, contra los funcionarios y trabajadores de la administración pública. Y es contra ellos que incluso apuntan las investigaciones, son ellos los que protagonizan las portadas de los medios. Es decir: se ventila a los receptores de la coima, a los corruptos, pero ¿qué hay de los que pagan las coimas, los que corrompen a los miembros del Estado y la administración pública?

En este aspecto siempre recuerdo al periodista argentino Horacio Verbitsky, cuando en su libro “Un mundo sin periodistas” plantea la demolición de aquella especie de tabú que se tiene siempre en los medios: el carácter de intocable de los privados. Porque, es verdad, los medios no suelen tener reparos en desenmascarar a los corruptos del sector público, pero rara vez, casi nunca, desenmascara a aquellos que corrompen al poder de turno desde el sector privado.

Porque, señores, lo que hemos visto en las regiones del norte del país con César Álvarez, Beto Torres, Gerardo Viñas y otros gobernantes más que han llevado lo delictivo al núcleo del poder, ha sido posible gracias a que existen empresarios -o pendejeretes que fungen de empresarios- amantes del dinero fácil y de la aceitada, de la coima ganadora y las transacciones debajo de la mesa.

Yo creo particularmente que si tenemos estas autoridades impresentables es porque hay empresarios igual de impresentables -pero quizás mejor vestidos y perfumados- que los bancan y los avalan, porque gracias a ellos es que mantienen sus negocios.

Que el empresariado reunido en Paracas sepa que debe mirarse también en el espejo. ¿O es que no fue hace poco que aceptaron, en una pasada edición de CADE, que la mayoría pagaba coima para trabajar con el Estado? ¿Ya se olvidaron de ese mea culpa o fue pura finta para la platea?

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