La forma en la que operan los hampones en Trujillo y La Libertad hace pensar que existen aliados de los delincuentes dentro de la institución policial.
La forma en la que operan los hampones en Trujillo y La Libertad hace pensar que existen aliados de los delincuentes dentro de la institución policial.

Yo lo tengo totalmente claro: la lucha contra la delincuencia debería empezar por una reforma y reestructuración en la . Hace tiempo existen versiones sobre el trabajo mancomunado que mantendrían grupos de malos agentes con cabecillas de bandas delincuenciales. La forma en la que operan los hampones en Trujillo y La Libertad hace pensar que existen aliados de los delincuentes dentro de la institución policial.

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Y no, no pretendo echar sombras de modo gratuito contra esta institución, tan importante para nuestra sociedad. A la Policía hay que protegerla y hay que respetarla, desde luego. Pero hay cosas que no se pueden negar porque empiezan a ser cada vez más evidentes. Y justamente una manera de defender a la Policía es sacudiéndola de ciertos personajes que manchan el uniforme y juegan para el otro equipo, el equipo que siembra la violencia y el terror. O que mantienen algún tipo de cercanía por cuestiones de dinero.

“¿Tú crees que los policías no sabes quiénes son los delincuentes y dónde operan?”, me dijo hace poco una persona que conoce de cerca la institución. El problema de la Policía es el mismo que ataca a todos los estamentos de este país: la corrupción. El dinero que circula en la región proveniente de actividades ilícitas resulta muy tentador y doblega a muchos.

Y hay situaciones a la vista. Policía con tremendas propiedades. Jóvenes agentes que conducen autos que ya quisiéramos muchos habernos podido comprar tras años de trabajo y esfuerzo. Policías que se sienten seguros y dueños de sus puestos, sus zonas y sus feudos. Y si un jefe policial llega a cambiar eso, le cae de todo.

Hace poco tiempo un jefe policial hizo eso: movió piezas y sacó a varios agentes de su zona de confort. Al parecer chocó con algún negocio y le costó. Lo que vino después fue la filtración de información desde adentro de la Policía que puso al alto oficial contra las cuerdas, acusado por corrupción. Claro, ese jefe policial tenía rabo de paja, pero no ha sido el único. Fue el único que quiso reestructurar la cosa por dentro.

Ayer liberaron a la empresaria que llevaba 12 días secuestrada. En el otro lado de la moneda fue encontrado muerto un hombre secuestrado meses atrás, padre de un exalcalde. Son tiempos terribles. Y la Policía tiene parte de la solución también dentro de sus paredes.