El autor también ha publicado cuatro libros: Poemario “Las Llaves”, “Agnósticos. Los cuentos “Designios” y “Las muertas y los griegos”.
El autor también ha publicado cuatro libros: Poemario “Las Llaves”, “Agnósticos. Los cuentos “Designios” y “Las muertas y los griegos”.

Conocí a Víctor López Gonzales gracias a Designios, cuentario publicado por el Fondo Editorial de la , el año 2019. Desde este primer encuentro a través del libro, pude avizorar la vena literaria de Víctor, su incesante preocupación por el tratamiento estético de sus historias y su diligente trabajo con el lenguaje.

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Hasta la fecha ya ha publicado cuatro libros: Los poemarios “Las Llaves” (Ediciones Orem, 2016) y “Agnósticos” (Casa Editora Exlibris, 2018) y los cuentarios “Designios” (Fondo Editorial MPT, 2019) y “Las muertas y los griegos” (Letra, 2020).

Quienes seguimos su recorrido literario, podemos decir que Las muertas y los griegos revela un notorio crecimiento del autor. Se hace evidente su relativa madurez en la escritura (un manejo extraordinario de los diálogos, de la construcción sintáctica y de los registros verbales). Asimismo, resulta loable el tratamiento estético de problemas tan agobiantes (y normalizados, al mismo tiempo), como el de la violencia contra la mujer. Y no menos meritoria es su apuesta por la experimentación en la construcción literaria, con resultados nada modestos.

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Según palabras del mismo autor, Las muertas y los griegos “retrata la violencia contra las mujeres, valiéndose de una literatura experimental, atmosféricamente envolvente y técnicamente arriesgada”. Y es que la lectura de cada uno de los actos y relatos que componen esta obra no solo nos subsumen en el mundo ficcional (y en el de la conmoción), sino que nos invitan a degustar del buen uso del lenguaje, a la par que nos encaran con nuestra propias complicidades, indiferencias o escepticismos.

ACTOS

Como si se tratase de una obra de teatro (de tragedia, para ser más preciso), el libro está organizado en seis actos, incluyendo su respectiva “entrada y despedida” (al mismo estilo de “abran/cierren el telón”). No obstante, entre acto y acto se inscribe una historia de violencia expresa o soterrada que nos invita a poner en tela de juicio nuestro comportamiento social ante la normalización de la vejada imagen de la mujer.

Acto y relato se funden en una sola historia. Pero, si bien existe una especie de cordón umbilical que une a ambos géneros, existen marcadas diferencias en cuanto al tono, al estilo y a la forma. Los textos dramáticos son más simbólicos, invitan a la reflexión y se construyen sobre la base de un “lenguaje más elegante”. Bajo estas peculiaridades, nos sitúan imaginariamente en la época clásica, la de los griegos, y nos transportan a la lectura o al teatro. Los otros, más bien, nos traen a la realidad actual, nos sitúan en la cotidianeidad y desde esa contextualización nos hacen reflexionar sobre aquellos aspectos trascendentales de la vida humana que parecen no haber cambiado con el paso del tiempo.

Muchas de las situaciones que los griegos representaban en sus obras dramáticas o que cuestionaban en sus discursos pedagógicos o filosóficos siguen presentes en la actualidad. Hay algo esencial en el ser humano que no cambia con el tiempo, que se mantiene incólume e invariable históricamente.

COMPARACIONES

Como ya lo he manifestado, usando como excusa el género dramático, el autor establece una comparación y, al mismo tiempo, una analogía entre los mitos griegos y lo que ocurre en la actualidad, en nuestra cotidianeidad. Pareciera que estos mitos han signado la vida de los humanos y, particularmente, la historia de las mujeres. Nos merecemos, por lo menos, una mirada conjunta en el espejo.

Creúsa: ¿Qué hemos estado haciendo durante este año, Apolo?

Apolo: ¿Por qué me preguntas eso? ¿Y si mejor disfrutamos del silencio? Acabamos de hacer el amor, hemos gozado de nuestra pasión, dejemos las interrogantes pesadas para más tarde, ¿sí?

Creúsa: No, Apolo, ya te dije: no pienso seguir postergando las preguntas que me siento obligada a hacerte. Demasiado daño te he tolerado, no me mandarás a callar.

Apolo: Oh, tonta, no te estoy mandando, Ven, dame un beso, hablaremos de esto después.

Como bien se explicita en la contratapa del libro, la vejación padecida por varios personajes femeninos en los mitos griegos “se halla presentesen las distintas tramas”. Víctor López busca darles una voz, “un tiempo de reclamo, una actitud reflexiva y denunciante”.

En palabras del mismo autor, Las muertas y los griegos “es el resultado de una investigación sobre la formación de los discursos machistas desde los textos griegos más emblemáticos. La idea fue recuperar personajes femeninos de la mitología griega para retratar sus historias más violentas en el Trujillo contemporáneo”.

Pero, aparte de esta franca invitación a la reflexión y al autocuestionamiento, esta meritoria obra destaca por su pulcritud, por su lenguaje límpido, bien trabajado. La propiedad lingüística, el registro verbal adecuado y el uso de enunciados breves pero contundentes, son sus méritos más destacables. Si bien encontramos algunos errores tipográficos o de construcción sintáctica, estos no mellan para nada la calidad de la obra. La obra se vale por sí misma: por su calidad temática, estética y de edición. Vale la pena leerla.

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