Quizás no todos lo recuerdan ni lo saben, pero antes de las elecciones municipales y regionales del año 2006 el Apra tenía todo el poder en La Libertad. Trujillo era el corazón de su sólido norte, y cuando hablamos de todo el poder, nos referimos a todo.
Diario Correo comenzó su aventura en el año 2004 en Trujillo y desde entonces el Apra sintió el golpe. Sí, el diario comenzó a publicar aquello que hasta entonces no solía verse en la prensa local. Las autoridades políticas de entonces en Trujillo y la región sintieron que se les movía el piso. El Apra, acostumbrado a reinar aquí, vio en la campaña del año 2006 que también podía sufrir desde las portadas de un diario.
Fueron las elecciones de 2006 en las que César Acuña decidió postular a la alcaldía de Trujillo, y el Apra, además de ver que podía ser criticado duramente en la prensa, terminó enfrentando a un rival político que tenía recursos para hacer una campaña tan arrasadora como ellos.
Ya asentado en la alcaldía de Trujillo, Acuña pensó que las críticas que le habíamos hecho al Apra desde Diario Correo eran una tácita complicidad con él. Por supuesto que estaba equivocado. Ni bien asumió, lo tratamos (bajo la batuta de Renato Sandoval, entonces editor responsable en La Libertad) como lo que ahora era: una autoridad con poder que debe ser fiscalizada.
De modo que la actitud de Acuña fue cambiando. Su mirada y su trato también. Poco a poco, con los años, dejó de atendernos, ya no aceptaba entrevistas. A quien escribe estas líneas le había dado más de una entrevista al inicio, pero después se rehusó a hacerlo y no volvió a darme una entrevista nunca más.
Desde luego que había periodistas y medios en Trujillo con los que sí congeniaba de maravillas. Por estos días, justamente algunos hombres de prensa amigos del poder de Acuña han hecho mutis con el caso de la sentencia contra Christopher Acosta, o en todo caso han deslizado la posibilidad de que haya culpabilidad en el periodista trujillano.
Acuña piensa que cuando un periodista lo investiga o lo fiscaliza es su enemigo. La libertad de prensa, para él, está en función de lo que puede controlar o comprar. Eso lo sabemos en Trujillo muchos. Sin embargo, también es cierto que Acuña no tenía por costumbre demandar a la prensa, más allá de algunas expresiones condenables contra algunos periodistas. Mi apreciación personal es que fue persuadido por sus abogados, pues el líder de APP ni siquiera leyó el libro “Plata como cancha”.
Pero esto no lo libra de la factura dura que ha empezado a pagar. Sin duda hay un golpe a la imagen política indiscutible. ¿Bastará eso para decir que su partido no volverá a ganar elecciones? Eso es otro cantar.