Después de dos años de soportar restricciones es natural que la gente se sienta más suelta. Y que la economía tanto formal como informal se haya reactivado con intensidad y desorden.
Después de dos años de soportar restricciones es natural que la gente se sienta más suelta. Y que la economía tanto formal como informal se haya reactivado con intensidad y desorden.

Hace cada vez más calor, como era lógico, y esto no sé si es bueno o es malo a estas alturas. Sea como fuere, estas fechas son especialmente tumultuosas, y eso ha sido muy evidente: calles repletas de gente, tiendas colmadas, bares reventando, compras por doquier, reuniones familiares y corporativas y amicales. La norma es letra muerta. Las últimas medidas dictaminadas han sido absurdas, tan absurdas que fueron violadas de manera primordial por el presidente de la República y por ello hubo que hacerle reajustes.

Después de dos años de soportar restricciones es natural que la gente se sienta más suelta. Y que la economía tanto formal como informal se haya reactivado con intensidad y desorden. Era inevitable. Las vacunas, mayoritariamente acogidas por la ciudadanía, así como la reducción de víctimas del Covid-19, generaron un clima de confianza y relajo. No se puede culpar a la gente. Sin embargo, estamos nuevamente al borde de un momento que puede ser letal y doloroso.

Es verdad que la variante Ómicron, pese a ser mucho más contagiosa, es también menos letal. Pero si la rapidez de contagio es tremenda, eso significa que el número de casos y hospitalizaciones podría de todas maneras rebasar la capacidad sanitaria de nuestra región. Ya en Europa se está viendo esto, y han retrocedido los gobiernos en sus aperturas, han regresado a las restricciones rígidas de la pandemia. Y es que aunque Ómicron genere menos mortalidad, la cantidad de contagios en poco tiempo puede igualmente terminar elevando las cifras de muertes por Covid-19 a golpe de saturación.

Tampoco se trata de meter miedo. Si en algo está sacando ventaja nuestro país en este tramo de la pandemia es en la velocidad de vacunación. Y las vacunas funcionan, así lo dicen claramente los datos (el 80% de internados en UCI por Covid-19 son aquellos que no cuentan con ninguna dosis). Por tanto, eso puede ser un atenuante.

Sin embargo, no podemos perder de vista algo. Que por estos días ha llegado esta variante contagiosa del virus y es el peor momento. Es un hecho que pasadas las fiestas el número de casos se incrementará. Preparémonos. Y si usted puede hacer algo por evitarlo, no lo dude, hágalo. Ninguna precaución está de más.