A Ruiz no le interesa esto, está muy claro. Ruiz se le ha pasado todo este tiempo declarándole la guerra al presidente Francisco Sagasti, y buscando presionar desde todos los frentes posibles para que le dejen comprar vacunas con presupuesto municipal.
A Ruiz no le interesa esto, está muy claro. Ruiz se le ha pasado todo este tiempo declarándole la guerra al presidente Francisco Sagasti, y buscando presionar desde todos los frentes posibles para que le dejen comprar vacunas con presupuesto municipal.

El martes último le dieron un jalón de orejas a José Ruiz, alcalde de Trujillo. Fue en la reunión del Comando Covid Regional. ¿La razón? El alcalde no asiste a estas reuniones en las que las principales autoridades adoptan decisiones para la lucha contra la pandemia. Y, encima de eso, tampoco asume su responsabilidad en la fiscalización de los establecimientos que no acatan las normas dictadas para controlar los contagios.

A Ruiz no le interesa esto, está muy claro. Ruiz se le ha pasado todo este tiempo declarándole la guerra al presidente Francisco Sagasti, y buscando presionar desde todos los frentes posibles para que le dejen comprar vacunas con presupuesto municipal. Está obsesionado con eso, pese a que por ahora no es posible y existen evidencias de un mercado negro internacional de vacunas “bamba”. El alcalde no dice claramente a quiénes les comprará, o quiénes son sus intermediarios. ¿El apuro por comprar vacunas a como dé lugar es motivado de verdad por la salud pública, o acaso por algún provecho privado? Permítanme poner en tela de juicio esa pretensión que ha tenido el aval de la mayoría en el concejo, donde los regidores de distintas tiendas son sus acólitos. Tenemos derecho a dudar dadas las muestras de desinterés e irresponsabilidad que ha dado José Ruiz con respecto a la pandemia.

El sábado por la noche fue un nuevo episodio de esto que mencionamos. José Ruiz fue intervenido en un conocido local de parrillas y vinos, masticando una chuleta junto a sus colegas alcaldes de Víctor Larco y Laredo. Eran más de las diez de la noche, conforme se aprecia en el video de la intervención. El mal ejemplo desde la misma autoridad llamada a controlar el cumplimiento de la norma. Una vergüenza mayúscula.

El alcalde de Trujillo incluso se ha dado el lujo de mentir. Salió a negar que haya sido intervenido y aseguró que se fue de ese local de parrillas antes de las nueve de la noche. Pero las imágenes hablan. Lo que sí queda claro es que se escabulló, prácticamente se escapó, y por eso no terminó siendo registrado en la comisaría.

El bochorno es gigantesco. Todas las semanas muchos locales abren en la ciudad sin respetar horarios restringidos, aforos y demás normas. Y siguen como si nada porque la autoridad municipal está ciega, sorda y muda. ¿Qué se puede esperar si el alcalde es el primero en infringir la ley y encima miente? ¿Y el concejo, los regidores, seguirán haciendo de su comparsa? ¿Dónde está la fiscalización?

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