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Lo que empezó como un sueño se convirtió en una pesadilla llena de acusaciones y juicios, de la que tres personas del mismo círculo familiar no pueden despertar. 

Según la denuncia del empresario Eduardo Capamadjian, su hijo fue despojado del restaurante en el cual era accionista mayoritario, mediante la presentación de firmas falsas encargadas, aparentemente, por su propio abuelo materno Felipe Rospigliosi

Pruebas y posesión

Capamadjian contó que Rospigliosi, su exsuegro, se apropió del restaurante Oceánika, de , vendiéndolo a terceros que luego se lo devolvieron. Estas transacciones, según el denunciante, se realizaron con documentos de compra en los que figura la supuesta firma de su hijo, el joven accionista Luis Felipe Capamadjian (30), quien ya no puede ingresar al establecimiento por orden de su abuelo.

Este último, al parecer, se amparó en pericias grafotécnicas de dudosa credibilidad para acreditar el proceso. Correo pudo apreciar que la rúbrica consignada en el DNI del joven y la impresa en el contrato son distintas. 

Además, la pericia realizada por los peritos grafotécnicos -el comandante Ángel Zabárburu Vargas y el mayor Wuilfredo Ponce Herrera- fue cuestionada por la Inspectoría del Ministerio del Interior, que en las conclusiones del Informe 039-2016-IN/IG/UAE presenta indicios razonables de una eventual parcialización. Silencio. 

Correo solicitó, a través de llamadas y correos electrónicos, una entrevista con Felipe Rospigliosi para obtener sus descargos; no obstante, evitó el contacto. En otro medio, el abogado del acusado, Carlos Tejada, sostuvo que el señor Rospigliosi es un hombre de 86 años al que recientemente habían operado del corazón “y hablar de estos temas lo destrozan”.

Proceso

El abuelo del joven Luis Felipe Capamadjian lo ha denunciado por el supuesto delito de falsificación de documentos.

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