Kimberlit Maricielo Tapia Ortiz, una enfermera de 28 años, fue brutalmente asesinada en Cieneguilla, un crimen que ha causado gran consternación. La joven, quien arriesgó su vida para salvar a pacientes durante la pandemia, fue encontrada muerta diez días después de haber sido reportada como desaparecida.

Maricielo, o “Mari” como la llamaban cariñosamente, dejó su natal Barranca en 2020 para sumarse a la lucha contra la COVID-19 en el hospital de Chancay. Dedicada y llena de sueños, se entregó a su vocación. Sin embargo, su vida terminó trágicamente el 7 de septiembre, cuando sus familiares perdieron contacto con ella.

El cuerpo de la joven fue hallado cercenado en un condominio campestre, con signos de tortura y descomposición. Los trabajadores del lugar alertaron a las autoridades tras percibir un olor fuerte en una zona descampada. Las investigaciones rápidamente señalaron a Joshua Huamán Jerez, quien confesó haber asesinado a la enfermera con un cuchillo.

La relación entre Maricielo y Joshua comenzó a través de redes sociales. Lo que empezó como una amistad virtual, se transformó en encuentros presenciales, hasta que Joshua la invitó a pasar un fin de semana en un condominio en Cieneguilla. Lo que parecía un viaje romántico terminó siendo un macabro plan para asesinarla.

Joshua preparó el crimen con frialdad, llevando cuchillos, lejía y esponjas para limpiar el lugar tras cometer el asesinato. El coronel PNP Ricardo Espinoza, jefe de la División de Investigación de Homicidios, detalló que, usando luminol, se reconstruyeron las manchas de sangre que Huamán intentó borrar.

El 18 de septiembre, Joshua fue detenido y, tras un interrogatorio, confesó el crimen, alegando que una voz en su cabeza llamada “Jhon” lo obligó a hacerlo. Las investigaciones también revelaron otra víctima, quien logró sobrevivir a un ataque similar.

Confesión del asesino de enfermera quemada
Confesión del asesino de enfermera descuartizada

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