Miles de devotos acudieron al Convento de los Descalzos, en el Rímac, para celebrar la tradicional Fiesta de la Porciúncula, conocida como “El perdón de Asís”.
Los entusiastas buscaron el perdón de sus pecados, pero también el emblemático puchero de carne y de verduras que es servido durante la celebración religiosa.
Esta reconfortante sopa, que es distribuida gratuitamente entre los asistentes, es considerada como “milagrosa” por restituir la salud física y espiritual, especialmente entre los adultos mayores.
“Vengo todos los años, porque siento que entro en comunión con el Señor, y porque restituye mi espiritualidad. Además, es la sopa más rica de todas”, señaló don Alberto Quiroz, devoto de san Francisco de Asís, el patrón de la orden que promueve la festividad.
El tradicional “puchero franciscano” es elaborado con zapallo, cebolla, zanahoria, papas, choclo, col, fideos y yuca. Además, este año, incluyó 200 kg de carne de res, 250 kg de pollo y una cantidad similar de cerdo, dijeron las voluntarias que participaron en la elaboración del suculento platillo.
Tradición
Cada año, la popular sopa es preparada desde las 3:00 de la madrugada, y ayer, sábado, no fue la excepción.
Se necesitaron al menos 14 enormes pailas para su elaboración, a fin de que rinda las porciones necesarias para atender a los fieles que formaron largas filas, en el Convento de los Descalzos, para reconfortarse en cuerpo y alma.
La festividad conmemora la indulgencia plenaria que el papa Honorio III entregó a san Francisco de Asís, en 1216, para quienes visitaran la pequeña capilla de la Porciúncula, en Asís, Italia, o cualquier templo franciscano del mundo, cada 2 de agosto.
Los visitantes deben cumplir ciertos requisitos, como la confesión, comunión y oración, señala la tradición.
El Ministerio de Cultura declaró a la Fiesta de la Porciúncula como Patrimonio Cultural de la Nación, en 2019, debido a que esta celebración religiosa representa una expresión de los valores de comunión y solidaridad entre sus diversos participantes, siguiendo los principios de la Orden Franciscana.
La tradición está vinculada desde sus inicios a la historia y cultura del Rímac, uno de los distritos más antiguos de Lima.