El decano de los fotógrafos en Piura partió a la eternidad a los 96 años de edad.
El decano de los fotógrafos en Piura partió a la eternidad a los 96 años de edad.

Cerró sus ojos y se fue de este mundo terrenal, dejando una . Don Arnaldo Pulache Revolledo deja una estela de los buenos fotógrafos de antaño, que con sus enseñanzas y ejemplo de fortaleza, humildad, solidaridad y amor, los formó.

Lo conocí en la época de mi juventud, cuando él ya era una eminencia en la fotografía en Piura, pero sobre todo porque ofrecía lo que todo fotógrafo de la época podría adquirir en su estudio de la avenida Ramón Castilla.

Vivía entre la hidroquinona, el sulfito, carbonato de sodio, el ácido acético, cianuro, hiposulfito y otros productos químicos que servían para producir la fotografía en blanco y negro. Además, las películas en carrete de rollos de 120 y luego en 35 m.m., y lo combinación de los papeles fotográficos para lograr una buena fotografía.

Don Arnaldo Pulache fue el pionero de la fotografía en Piura. Aún recuerdo el reportaje que le hice un 26 de setiembre del 2016, cuando este profesional de la fotografía se dio un tiempo para responder muchas inquietudes.

Había cumplido 75 años desde que aprendió el arte de la fotografía. Me contó que se inició como un ayudante a los 17 años, fue un hombre minucioso que aprendió el arte de la profesión leyendo libros, iniciándose con una máquina de cajón y fuelle, en la plaza de armas y luego en la plazuela Pizarro.

“Me ganaba buenos soles con las campañas para las festividades de la virgen de Las Mercedes en las que procesaba miles de estampitas, de la Semana Santa en Catacaos y del Señor Cautivo de Ayabaca”, me dijo en aquella ocasión.

En sus inicios, luego de llegar de Tambogrande, donde nació en el año 1925, don Arnaldo vivió en la calle Bolívar en Castilla, pero como había poco acogida se trasladó a la Av. Ramón Castilla.

“Por aquella época hice unos huecos en la pared, y con unas cañas de guayaquil, instalé la luz solar dentro de la casa y podía revelar las fotos”, dijo.

Don Arnaldo era muy amiguero, de una humildad puesta a prueba.

Eran los tiempos del papel fotográfico en mate y brillo en las marcas Kodad, Ilford, Forte y Alfa, de cámaras de reflex, fotografías en tamaños 6x9, 9x12, 12x18 y 18x24.

Si hay que hablar de don Arnaldo, nos traerá a la memoria cuando hacía las mejores ampliaciones y murales para grandes entidades e instituciones, eran del tamaño 1.50 x 3.00 mts, procesadas en un cuarto oscuro con ampliadora de fuelle. Secaba la humedad de las fotos con secadoras y abrillantadoras a través de papel periódico y rodillo. Posteriormente, don Arnaldo aplicó la sepia en las fotos (color marrón) y luego aplicó el bromuro para hacer cuadros al óleo en Piura.

En aquella ocasión dijo que “Piura ha cambiado mucho, antes había ferrocarril, la gente era pulcra y honesta y se respetaban los valores, algo que ahora se ha perdido”.

También recordaba que muchas de sus fotos que guardaba se perdieron con la inundación del río Piura. Nunca fue un hombre egoísta, le gustaba enseñar lo que él había aprendido en los libros de fotografía que los devoraba en sus ratos libres.

Estuvo casado con doña María de Pulache, fue padre de 11 hijos y un sin número de nietos, bisnietos y tataranietos, convirtió a su hija Nancy en la primera mujer fotógrafa en Piura, fue maestro de grandes hombres del flash, como Elber Gómez Ortíz, Aldo Cango Seminario, Luis Chong, Doyler Carrasco, Reneyro Guerra, Luis Rosa, Carlos Robbiano, entre otros.