“Que nos escuchen que estamos pidiendo justicia por ti hijo y por tus compañeros que eran simples trabajadores. A esos asesinos que los maten, a ustedes no, eran solo jóvenes trabajadores”, gritó desde el fondo de su corazón y con un dolor desgarrador Blanca Panta Gonzáles, cuando era sepultado en el cementerio San José del distrito de La Arena el mayor de sus cinco hijos, Darwin Javier Cobeñas Panta. Él fue uno de los 13 trabajadores de la empresa R&R que fueron torturados, violentados y ejecutados en una mina de la provincia de Pataz, en La Libertad.
Ella abrazada a sus cuatro hijos, aún se resistía a creer que el mayor de todos, nunca más la sorprendería al llegar de un momento a otro a su casa en el caserío Dos Altos Norte del distrito de La Unión, tras trabajar en la mina en La Libertad.
Con la mirada al ataúd blanco, lloraba desconsoladamente y repetía: “Ya no te vayas a ir hijo, ya no te vayas. Mi cholo lindo por qué te quitaron de esa manera la vida”.
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La acongojada mujer, que este domingo celebrará por primer vez un Día de la Madre sin sus cinco hijos completos, suplicaba que los autores del cruel asesinato de su hijo y de sus compañeros sean capturados.
“Que a esos asesinos los maten, ustedes eran jóvenes trabajadores...Nuevamente mis hijos se quedan huérfanos por segunda vez porque su hermano era como un padre”, gritaba Blanca Panta, con el alma y corazón hecho en mil pedazos.
Su hermana Tania, en el camposanto, también recordó los últimos momentos que estuvo al lado de su adorado Javicho, como cariñosamente le decían.
“Te quiero hermano, te voy a extrañar mucho, recordaré mucho ese último abrazo fuerte que me diste, nunca lo olvidaré. ¡Ay mi hermano!. Siempre te esperaré en la casa. El jueves fue la última vez que me llamó y me dijo que vendría, porque no pensó en nosotros, aquí te espero en la casa”, gritó llorando la joven mujer.
El tío de Darwin solicitó al Gobierno Central no desamparar a las familias huérfanas que están quedando tras la masacre en Pataz, especialmente para los hijos de los trabajadores asesinados.

“Esos padres que salieron en búsqueda de un trabajo y a veces no sabemos si vamos a regresar. Mi sobrino salió por un futuro mejor para su hermana que está en edad escolar, esperamos que los niños no se queden olvidados”.
Recordó que Darwin Javier, hace tres año se convirtió en la cabeza de su familia, tras la muerte de su padre.
“Él quedó como cabeza del hogar, era el sustento de esa familia...no confiamos en la justicia, solo es para la gente que tiene dinero, pero para los pobres no la hay
Un representante de la familia Cobeñas Panta, agradeció a todos las personas que acompañaron al cortejo fúnebre del joven y advirtió que si no encuentran justicia, la población de La Unión “se levantará”.
“Nosotros continuaremos pidiendo justicia y de no haberla vamos a coordinar con la familia y nos vamos a unir todo el pueblo, primero colocaremos tranqueras en la carretera para que nos hagan caso porque no es la única muerte en La Unión”, afirmó en medio de gritos y pedidos de justicia.

“Que no quede impune y que se haga justicia. Tarde o temprano se aclararán las cosas. Nosotros ya no confiamos en las autoridades, pero existe la justicia divina. Este joven se fue a buscar el bienestar para su familia porque acá no hay trabajo, ellos no tienen derecho que los maten de esa manera. Esperemos que la empresa pague los gastos del sepelio y a las familias les den una indemnización aunque ya no volverán a ver a sus familiares”, dijo una madre.
Un mar humano acompañó el cortejo fúnebre de Darwin Javier Cobeñas Panta y con carteles en mano exigieron justicia y la identificación y captura de los autores de la matanza en la mina de Pataz. Ellos lanzaron globos blancos al cielo cuando el cuerpo era sepultado, en señal de paz y el cese a la violencia.