Es un hombre humilde y carismático, no se dejó abatir por la pandemia, pero vive olvidado por las autoridades
Es un hombre humilde y carismático, no se dejó abatir por la pandemia, pero vive olvidado por las autoridades

Cuando hablan del sombrero fino de paja toquilla . Sí, de aquellos artesanos que con sus manos prodigiosas convierten este material en lindos accesorios para la cabeza, tanto para damas como caballeros.

En su modesto taller, don Teodoro Arturo Nieves Chero (68) lleva cuarenta años confeccionando los hermosos sombreros, que son apreciados en todo el Perú y el mundo. Lo llaman el “Maestro de los Sombreros”, y es agradable verlo trabajar con sus moldes de madera o de fierro, donde les da el acabado perfecto, brillante y reluciente. Además, sus manos curtidas por el junto, hacen las decoraciones con flores, correas, estafiletes, cintas, todo a pedido y al gusto del cliente.

Para mucha gente ponerse un sombrero fino de paja toquilla es sinónimo de buen gusto, elegancia y sobre todo de seguridad para evitar los rayos solares. Conversar con don Arturo es algo placentero, pues posee una humildad y una gentileza al cien por ciento.

El maestro posee una calidad y técnica única, aprendida de sus señores padres a quienes veía trabajar hace 40 años en la calle Comercio y que luego que falleciera su progenitor tuvo que hacerse cargo del negocio.

“Los muchos modelos que confecciono los considero como un don que Dios me ha dado. Basta que vea uno y se me graba en la mente y ya en mi taller creo el molde y los confecciono, recuerdo que el apodo me lo puso el artista Lellis Rebolledo, él es coleccionista de sombreros, usa modelos italianos”, explicó.

MODELOS VARIADOS

Sobre los tipos de sombreros, don Arturo señaló que “en Narihualá, las tejedoras terminan el sombrero en modelo redondo, yo le doy un valor agregado a eso, los hago de varios tipos, como el vaquero (creado viendo pasión de gavilanes en TV), además los modelos para marinera (toquilla) y tondero (junco) que tienen mucha diferencia”, explicó.

Además, añadió que tiene muchos pedidos de los sombreros para “Chalanes”. “Aquellos que montan caballos de paso fino, los piden para sus galas, ellos prefieren un sombrero a un auto moderno. Hay diferentes acabados, pero algunos sombreros son iguales, solo lo diferencia la correa o la cinta de mujer, eso lo hace convertibles”, puntualizó.

Para él y su esposa, quien le ayuda en el taller a tejer los sombreros (pues don Arturo está perdiendo la vista),  se les hace imposible recordar cuántos sombreros llevan haciendo hasta la actualidad.

“Sería incontable el número de sombreros que ha confeccionado, son miles. Los tenía apuntado en un cuaderno antiguo de la familia, con solo decirte que hace años, en un campeonato organizado por el Grupo Romero en Pedregal Grande, me mandaron a confeccionar mil sombreros, fue un trabajo arduo”, indicó.

CALIDAD EN EL TRABAJO

Mostrándonos los moldes de madera y fierro, dijo que el sombrero que más le costó trabajo hacer fue un modelo panameño, que le mandaron a confeccionar. Actualmente trabaja con la “Casa del sombrero” en Catacaos, haciendo diferentes modelos y diseños, pero según señala, su marca no ha sido patentada.

“Es demasiado caro, soy exitoso en la confección por mi calidad, pero exportar significaría estar pendiente de eso, a veces no tengo tiempo para nada, quisiera que el día tuviera 40 horas”, manifestó el artista.

A pesar de la pandemia, nunca se amilanó y siguió adelante, pues según dijo, “si no trabajas, no comes”.

A pesar de ser muy requerido por cientos de peruanos y dejar en alto el nombre de su Catacaos querido, nadie le ha brindado un reconocimiento a su trabajo. “El único reconocimiento es el bono que me dio el gobierno de 700 soles, pero de ahí, nadie más se acuerda de mí”, dijo.

Está casado con doña Flor Alamo de Nieves, quien es su brazo derecho, procreó 3 hijos, hoy profesionales, se siente contento pues cuenta con una cartera de clientes, pero sobre todo porque lleva en la sangre el arte que le heredaron sus padres.

ANÉCDOTAS

Don Arturo, como anécdota, cuenta que llegó a su casa un gringo, “era un tipo alto, con un gran bigote, cadena, sortijas y reloj de oro y me dijo “quiero un sombrero como el que he visto en la TV y me dicen que tú lo haces acá en Catacaos, pero lo quiero con la misma materia prima y el acabado. Sé que me va a costar un ojo en la cara, porque solo he venido por ese sombrero desde EE.UU. Era un tipo texano”, sonrió.

Ha realizado varias exposiciones, mayormente en Lima, donde incluso en las épocas de Alberto Fujimori y Alan García lo invitaron a la capital, quedando admirados de sus productos, además expuso en ferias nacionales.

“Me alegra como en otras ciudades le dan el valor a los sombreros, acá en Piura no, aquí nomás en Catacaos, pocos son los que los usan, en cambio en EE.UU. todos usan sombrero”, indicó.

Consultado si el presidente de la República le pidiera que le hiciera uno, manifestó que “sí, se lo haría, pero eso sí, con materia prima de acá, ya tengo una horma y el modelo listo para hacerlo si me lo pide”, finalizó mientras mira el horizonte.

TAGS RELACIONADOS