La Policía y Serenazgo intervinieron bares clandestinos, reuniones sociales y hasta quinceañeros en Sullana, Paita y Sechura. (Foto: PNP)
La Policía y Serenazgo intervinieron bares clandestinos, reuniones sociales y hasta quinceañeros en Sullana, Paita y Sechura. (Foto: PNP)

Pese a que el sistema de Salud en la región se encuentra al borde del colapso por el aumento de infectados por la COVID-19, cientos de piuranos siguen infringiendo las normas dispuestas por el Estado en Semana Santa, como lo ocurrido en Sechura, donde las autoridades intervinieron a una familia que celebraba un quinceañero.

El último miércoles, a las 10:00 de la noche, personal de Serenazgo de la municipalidad de Sechura intervino un local situado en el asentamiento humano Nuevo Horizonte, donde celebraban un quinceañero. Al ser sorprendidos, la madre de la adolescente, en una actitud desafiante, hizo que la quinceañera apagara las velas e, incluso, invitó a los serenos y policías a festejar junto a ellos.

“Vamos para que ustedes (autoridades) también canten con nosotros”, se le escuchaba decir a la madre de la menor.

Finalmente, los asistentes y familiares de la quinceañera se retiraron del local. “Están prohibidas las reuniones sociales debido a la emergencia sanitaria por la COVID-19”, comunicó un representante de la comuna sechurana.

Del mismo modo, en la provincia de Sullana, la Policía y personal de fiscalización intervinieron a 17 personas, entre hombre y mujeres, quienes fueron multados tras sorprenderlos en el interior del local conocido como “Divorcio’s”, situado en el pasaje Talara del asentamiento El Obrero, en horario de inmovilización total obligatoria por Semana Santa.

Los fiscalizadores decomisaron los enseres del local por no acatar la orden de clausura de 30 días impuesta hace una semana.

En tanto, en la provincia de Paita, detectives de la comisaría de Ciudad del Pescador intervinieron a cinco parroquianos, tres mujeres y al dueño de un bar clandestino, en el asentamiento Nuevo Jerusalén, en la parte alta del puerto.

Los vecinos denunciaron que los parroquianos constantemente realizan escándalos y pleitos en plena vía pública convertida, además, en baños públicos.  “Los moradores están cansados por lo que hacen los parroquianos cuando están en estado etílico, incluso, han agredido a una madre de familia que les reclamó porque orinaran en la calle”, dijo un poblador.