Unidos como siempre lo fueron en vida, así fueron sepultados los cuatro integrantes de la familia Valverde Ipanaqué, en medio de conmovedoras escenas de dolor y resignación por parte de sus familiares, amigos, vecinos y pobladores del distrito de Catacaos, que se volcaron a las calles para darles el último adiós.
A las 9 de la mañana, los féretros de María Consuelo Ipanaqué Sosa (51 años) y de sus hijos, el abogado penalista Pedro Demetrio Valverde Ipanaqué (29 años), la estudiante de Administración de la UPAO, Atalía Valverde Ipanaqué (21) y de su nieto, Jeiko Valverde Carmen (1 año), partieron de su vivienda ubicada en el A.H. Lucas Cutivalú, la cual no solo se quedó impregnada de los hermosos y amorosos momentos que vivieron juntos, sino también sumida en el más profundo dolor y desesperación por sus repentinas muertes.
Sus féretros fueron cargados en hombros por sus familiares, quienes a cada paso que daban no dejaban de derramar lágrimas por el dolor que significaba su trágica muerte ocurrida el último sábado en el kilómetro 3 de la carretera de Penetración Piura – Olmos.
Los cuatro cuerpos fueron llevados a la iglesia, donde la matriarca de la familia congregaba, lugar donde fue recordada por sus solidaridad y entrega no solo a Dios, sino por su ayuda constante y desinteresada con los más necesitados. En la alocución, uno de los pastores mencionó que momentos antes que emprendieran el viaje de retorno desde el distrito de Tambogrande hacia Catacaos, todos los integrantes de la familia Valverde Ipanaqué se abrazaron y pidieron perdón, sin pensar que serían las últimas muestras de cariño que se darían en vida.
Posteriormente, el cortejo fúnebre llegó hasta el cementerio de Catacaos, donde una multitud lo esperaba para darle el último adiós.
Aquí los familiares agradecieron cada una de las ofrendas y muestras de apoyo brindadas durante estos días. Gianella Terrores Escobar, amiga y compañera de estudios de Atalía Valverde, le agradeció por todos los momentos compartidos. “Me llevo los recuerdos en el corazón...tu risa, tu amor, tu cariño y tu compañía la extrañaré siempre, fue un milagro habernos conocido, fuiste mi amiga y también mi familia”, dijo llorando.
Recordó que prometieron hacer la tesis juntas. “Esa promesa se quedó grabada en mi alma y aunque la vida no nos dejó cumplirla, te prometo que cuando llegue ese momento tú estarás conmigo, porque esa promesa no se rompe, solo cambia de forma...el cielo ganó un ángel más y yo conservaré tu recuerdo para siempre”.
El momento más doloroso fue cuando uno a uno fueron sepultados los cuatro integrantes de la familia. Abigail Carmen, la mamá de Jeiko, en todo momento abrazó fuerte el ataúd de su “milagro”, que por cosas de la vida, regresó al lado de Dios. “Eras mi milagro, mi vida entera, qué haré ahora sin ti, qué será de mi vida sin ti, no tengo fuerzas”, decía desconsolada.





