El lago navegable más alto del mundo enfrenta una grave degradación ambiental: el ‘lago menor’ se ha convertido en zona crítica por la acumulación de aguas residuales, sequías y contaminación minera, lo que está forzando la migración de pobladores. (Foto: GEC)
El lago navegable más alto del mundo enfrenta una grave degradación ambiental: el ‘lago menor’ se ha convertido en zona crítica por la acumulación de aguas residuales, sequías y contaminación minera, lo que está forzando la migración de pobladores. (Foto: GEC)

La contaminación en el lago Titicaca, compartido entre Perú y Bolivia, ha alcanzado niveles alarmantes. En el ‘lago menor’, ubicado al sudeste, la pesca es casi inexistente en sus aguas más someras, lo que ha llevado a comunidades enteras a abandonar la zona debido a la pérdida de peces, el deterioro de los totorales y la falta de alternativas económicas.

La bahía de Cohana, en territorio boliviano, es el epicentro de la crisis. Allí desemboca el río Katari, que transporta aguas residuales y contaminadas desde la ciudad de El Alto y la vecina Viacha. “La vida en el lago está triste, se están perdiendo los peces, los totorales están quemados, el agua es turbia”, lamenta Óscar Limachi, líder indígena de Quehuaya.

Los pobladores señalan que la migración se ha intensificado: los jóvenes se marchan porque la pesca de especies nativas como el karachi o el mauri prácticamente ha desaparecido. El panorama se repite en la isla de Sicuya, la más pequeña del Titicaca, donde la población escolar se ha reducido drásticamente y muchas casas han quedado abandonadas.

De acuerdo con Xavier Lazzaro, investigador de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT), la contaminación proviene de la actividad humana, industrial y minera. Explica que nutrientes como el fósforo de los detergentes alimentan microalgas que, al descomponerse, consumen oxígeno y producen sulfuro de hidrógeno, letal para peces, ranas y aves.

Aunque existen proyectos de tratamiento de aguas residuales, los avances han sido mínimos y la modernización de plantas lleva años de retraso. Organizaciones como la Fundación Tierra advierten que las acciones estatales de mitigación ambiental siguen siendo ineficaces, mientras el ecosistema más emblemático de los Andes continúa degradándose.

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