Cientos de personas acudieron ayer al ex Cementerio General, ahora denominado Presbítero Sebastián Ramón Sors, para visitar a sus familiares fallecidos y participaron en diferentes ritos ancestrales aun cuando muchos de estos infringían directamente las disposiciones de la Sociedad de Beneficencia de Tacna.
La entidad había prohibido el ingreso y consumo de alimentos dentro del camposanto, el ingreso de bebidas alcohólicas, el comercio ambulatorio y el acceso de personas en estado de ebriedad; sin embargo se vio escenas donde se violaba estas normas en diferentes sectores del cementerio.
Picante, pollo al horno y hasta chicharrón llevaron los más osados. En la mayoría de casos en platos descartables. Otros varones se las ingeniaron para entrar con latas de cerveza que “compartieron” en la tumba con amigos fallecidos. En medio de ellos, ambulantes ofrecían sombrillas y gaseosas.
FIESTA. El jefe de la unidad de comercialización de la Beneficencia, Max Justo, explicó que era difícil controlar que se cumpla lo dispuesto por la institución ya que hay costumbres muy arraigadas en las personas como el llevar alimentos y bebidas para compartir con los seres finados.
Distando mucho de ser un lugar de paz y tranquilidad, Muchos de los visitantes contrataron grupos musicales para ofrecer algunas piezas a sus muertos, sin que otros deudos se molestaran por ello. Los grupos cobraban hasta 20 soles por “parrandita”, de tres canciones.
Una de las tómbolas más vistosas y armada dentro del cementerio fue el que ofrecieron sus familiares a quien en vida fue Viviana Apaza de Ticahuanca. Su hija Lucrecia Ticahuanca explicó que tuvo siete hijos y 16 nietos, por ello la cantidad de “tantaguaguas”, frutas y maná.
Explicó que el altar es instalado días antes en casa. Luego el Día de Todos los Santos se recoge y se lleva al cementerio en donde se coloca en la tumba del difunto. Al finalizar los productos son distribuidos entre los presentes.