Cientos de personas acudieron ayer al cementerio Presbítero Sebastián Sors y el cementerio municipal de Pocollay para dejar flores y regalos en las tumbas de sus seres queridos fallecidos
El incremento inusual de personas se dio por el cierre de los camposantos desde el 31 de octubre al 2 de noviembre por recomendación del Ministerio de Salud para evitar la aglomeración de personas y así evitar la propagación de contagios por la COVID-19.
Visitantes controlados
En el cementerio administrado por la Sociedad de Beneficencia Tacna a las personas se controló el uso de doble mascarilla y la desinfección de las manos, algunos tuvieron que hacer colas en los exteriores en espera que salgan las personas al interior al haber un control del aforo. Un panorama similar se observó en el distrito de Pocollay.
Ante la demanda de personas y para evitar un congestionamiento en la puerta se habilitó la que se ubica en la zona de jardines para que puedan salir los deudos. Mientras que los menores de doce años fueron impedidos de ingresar y tener que esperar en las afueras.
Comercio en cementerio
Al suspenderse la atención durante tres días se redujo la cantidad de floristas en los exteriores del cementerio quienes se ven afectados con las ventas y para evitar las pérdidas mantuvieron los precios de las flores y arreglos que eran ingresados por los familiares a la necrópolis tacneña.
Un panorama similar paso con los comerciantes que expendían los tradicionales T’anta Wawa que usualmente son colocados en las lápidas y tumbas de los fallecidos por sus familiares para rendirles homenaje que este año estuvo prohibido el ingreso de alimentos.
Además se sumó la falta de autorización para el uso de la vía pública que afecto a cerca de 40 comerciantes quienes se reubicaron en la feria la Chacra la Olla y la calle Brasil para vender sus productos a las personas. Los panecillos dulces andinos se vendían desde los 5 soles hasta los 40 soles dependiendo de la figura.