Ataúd con restos de Rocío Mamani Marón fueron sacados de la vivienda de sus padres a las 12:30 horas
Ataúd con restos de Rocío Mamani Marón fueron sacados de la vivienda de sus padres a las 12:30 horas

El inmenso dolor de Julia Nancy Marón Quispe, al perder a la menor de sus tres hijos, contagió en llanto a las decenas de mujeres que asistieron al velorio de Rocío Roxana Mamani Marón (26) en el distrito Ciudad Nueva y luego al cementerio municipal de Pocollay, en Tacna.

“¿Mi ‘Nena’, ‘Rocy’, qué te han hecho... ?, ¡Justicia, cadena perpetua para el asesino!”,  gritaba y lloraba Julia Marón, mientras era sostenida por otros familiares para que no se desvanezca como el día anterior en el frontis de la sede del Depincri, cuando en grupo acudió para reclamar una investigación imparcial.

El padre de Rocío, Rubén Mamani Vilca, parecía más calmado, pero se presentía que por dentro estaba destrozado, cuando declaró que  su “Nena” estudió en el colegio Mariscal Cáceres de Ciudad Nueva, luego ingresó a la facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann, pero ante la llegada de su bebé tuvo que dejar los estudios y se puso a trabajar.

“Mi hija (Rocío) trabajó en tiendas La Genovesa y últimamente en la oficina de Migraciones para sacar adelante a su hija (fruto de su primer compromiso), pero ese hombre (Roger Layme) le desgració la vida”, dijo.

Julia Marón se aferró a la imagen de su vida durante las exequias
Julia Marón se aferró a la imagen de su vida durante las exequias

Pasado las 12.30 horas el féretro de la víctima de feminicidio fue retirado de la vivienda familiar en medio de gritos por pedido de justicia, luego fue trasladado al camposanto de Pocollay.

En las afueras del cementerio se congregaron más 200 personas, entre familiares, vecinos, amigos y mujeres que no conocían a Rocío Roxana, entre ellos representantes de la agrupación Multisectorial de Mujeres, conmovidos por su caso de haber sido asesinada de diez  puñaladas y en presencia de su hija de seis años.

Ante el paso del féretro hacia el camposanto, se apreció a varias mujeres con expresiones de dolor que formaban un arco con las ofrendas florales. algunas de ellas arrojaron pétalos de rosa al ataúd.

“Nunca te olvidaremos, estaremos junto a tu familia en la lucha por justicia”, dijo una compañera de la promoción 2010 de la IE Mariscal Cáceres.

Solo 15 familiares cercanos tuvieron acceso al cementerio, por las restricciones por la pandemia.