Al son de las tinyas y pincullos, ayer lograron revivir el tradicional ‘Viga Wantuy’ o ‘cargar el tronco’ en la provincia huancavelicana de Acobamba; una de las danzas ancestrales huancavelicanas que requiere de mucha fuerza y resistencia, tanto de hombres y mujeres del campo.

Más de veinte comunidades altoandinas, participaron en esta singular competencia que por primera vez recorrió más de cinco kilómetros hasta llegar a la plaza principal de Acobamba, donde los cánticos que nacen del corazón de cada poblador, fue el único aliento para no ‘morir en el intento’.

ANCESTRAL. Según la tradición, el Viga Wantuy fue practicado por nuestros ancestros para cumplir diversas tareas comunales o familiares, como proveerse de leña, juntar vigas para el techado de una casa andina u otras actividades cotidianas. Hoy en día las faenas comunales se realizan en algunas zonas de Huancavelica, pero con más notoriedad en los distritos acobambinos de Rosario, Andabamba y Paucará.

Hace muchos años las vigas no solamente servían para combustible sino para obras públicas, levantar arcos para la procesión del Santo Patrón, para construir, reparar Iglesias, escuelas y casas comunales. Los ‘Varayocs´ de cada grupo se encargan que no falte la hoja de coca, cigarrillos, merienda y chicha, explica Alvar Capcha Ortiz, burgomaestre de Acobamba.

Los jóvenes y adultos que cargan la pesada viga, son atendidas por las pasñas o muchachas que entonan los harawis, quienes están atentas en recoger cualquier prenda que se caiga. Estos cantos infunden más valor y aliento a los varones que rápidamente avanzan con su pesada carga.