Lejos de los halagos, la fama, y todo lo que rodea a un cotizado primer actor como el colombiano Andrés Parra, también hay un ser humano que busca respuestas a una serie de interrogantes que tienen que ver con la vida misma. El protagonista de “El patrón del mal”, nos cuenta que la base del unipersonal “Venga que si es pa’ eso”, que presentará en Lima el 5 de diciembre en el Teatro del Pentagonito, son precisamente esas vivencias que no quiere dejar que las desaparezca el tiempo y que es imprescindible contarlas. “Yo tuve una experiencia muy dolorosa hace como dos años, me había tenido que ir a vivir a un hotel con mi hijo, pero yo tenía una felicidad muy rara. Estaba muy bien, contento, en paz, me sentía pleno y entonces surgió una necesidad de contarle a la gente lo que había después de atravesar el infierno; que era un poco lo que me había pasado”, relata Parra a Correo .
¿Habías pasado por algo muy duro y a la vez te sentías bien? Y dije voy a hacer un video animando a la gente a que cruce esa puerta, porque fue una puerta que yo tuve allí muchos años y no fui capaz de cruzar por el miedo. La motivación fue esa, la gente tiene que saber lo que pasa después de que uno abre esa puerta y la cruza, ese video con ese mensaje se viralizó y ahí yo me doy cuenta de que la gente estaba estancada, estaba en la puerta paralizada.
Me imaginó que el miedo también apareció cuando quisiste debutar como un unipersonal. Me entró miedo, una desconfianza, y después de muchas idas y venidas, mi amigo Dante Gebel, con gran experiencia en este tipo de espectáculos, me dijo, hazlo, usted sí sabe, confíe, escriba. Me acuerdo que me monté en el avión, era un vuelo nocturno, prendí mi lucecita, prendí mi computadora y empecé, y así apareció el show.
Hablar en un unipersonal, siempre debe hacerse desde la honestidad. Siento que la acogida tan positiva que ha tenido, ha sido por eso, porque esto no tiene filtros, no tiene maquillaje, esto es un ejercicio de transparencia, de honestidad. Lo que cuento es desde la entraña, y yo creo que cuando uno habla desde la entraña, pues cala en la entraña del otro.
Uno de los temas que me te apasionan es sobre las relaciones de pareja, un tema que afirmas, “te raya la cabeza”.
Es mi tema, es la columna vertebral de mi trabajo personal porque de allí se desprende el mayor miedo, eso fue lo que yo vine a trabajar, y ha sido muy bonito haberme dado cuenta de lo equivocado que estaba, y del concepto tan distorsionado que yo tenía sobre el amor y sobre las relaciones de pareja,. Creo que es bien importante que la gente empiece a plantearse su nivel de toxicidad, su agresividad, su necesidad de atención, de cómo hemos convertido al amor en una tiranía muy sutil de querer cambiar al otro. Siento que ya llegó la hora de replantear esto del sagrado sacramento del matrimonio, porque las cifras no mienten, y esa vaina fracasó. En Colombia por ejemplo, el 70 por ciento de los matrimonios acaba en un divorcio, esa no es una cifra menor.
Eso de que hasta que la muerte los separe, ya es hora de cuestionarlo.
Si el 70 por ciento se está divorciando, hay algo que lo estamos haciendo mal.
Y el 30 por ciento que no lo hace, de pronto no lo hace porque no se anima. De ese 30 me atrevería a decir que hay un 10 por ciento que está contento y hay un 20 que están en la puerta parado y no la abren porque simplemente quieren evitarse de problemas de repartición de bienes.
Después del éxito arrollador de “El patrón del mal” y de “El Comandante”, necesitabas marcar distancia del trabajo y tu unipersonal fue una catarsis. Era muy importante dejar de alimentar al Andrés profesional y empezar a hacerse cargo de Andrés Parra, ya no el actor, ni el famoso, no, esto es Andrés, al desnudo.
¿Cuánto daño hace el ego desbordado en un actor o en cualquier ser humano? Yo creo que el ego es el diablo y no está en ningún infierno, el ego está dentro suyo como el infierno, y Dios también. Allí es donde hay que empezar a equilibrar esas fuerzas, qué tanto alimento le doy a ese diablo, al ego lo matamos de hambre, pero es muy difícil quitarle la comida. El ego se alimenta de nuestro sufrimiento, de nuestros deseos, de nuestras ilusiones, de nuestra terquedad, de nuestro genio, de este deseo en que yo digo cómo tiene que ser, y punto, porque yo creo que soy súper poderoso y controlo el clima, el tráfico, al otro, controlo todo.
¿En algún momento te sentiste por encima de los demás, te comió el ego? Mi ego nunca funcionó así, mi ego lo que tenía era una insatisfacción permanente, para él nada era suficiente. Lo que hizo el ego en mí, fue convertirme en un adicto al sufrimiento.
¿Cómo así uno tiene que darse cuenta que es adicto al sufrimiento?
Nada te hace sentir bien, nada te llena y tú sigues buscando, y siempre lo estás buscando afuera. El éxito ni la plata te llena, entonces estás en un estado permanente de vacío, de angustia, no encajas, no entiendes nada, y te sientes súper culpable. Mi estado natural era el sufrimiento, si llovía, yo sufría, si me salía un contrato excelente, sufría, si lograba cambiar de carro, sufría.
Ahora estás en ese proceso de alejar el sufrimiento.
Ahora lo importante soy yo, es saber quién soy, lo importante es lo que quiero yo. Poco a poco he ido dejando las distracciones, ya no es tan importante llegar a Hollywood, ahora es más importante revisar mi infancia, analizar por qué me da tan duro el abandono de alguien, ya lo otro no lo es porque ya me di que cuenta que no me llena,
Hay que identificar las prioridades de la vida...
Si el contrato se cae, no pasa nada, y si sale tampoco pasa nada, porque eso no va a cambiar nada. Lo importante es que hoy me levante y esté atento a todas las cosas que me alteran, que no me dejan disfrutar la vida, de mi terquedad, de lo caprichoso e infantil que puedo llegar a ser, verme haciendo pataletas como si todavía tuviera cinco años, eso es lo que estoy trabajando ahora.