Sebastián Stimman ha logrado construir una carrera que transita con soltura entre el teatro, el cine, la televisión y la música. En los últimos años, ha sorprendido con una nueva faceta artística: bajo el nombre de Bastian, incursionó en el mundo musical con un estilo que fusiona pop, electrónica y sonidos contemporáneos. Esta transición no ha sido solo un cambio de medio, sino una evolución profunda de su voz creativa.
El artista conversó con Diario Correo sobre su personaje en la obra “Dr. Jekyll & Mr. Hyde”, que se presenta hasta el 14 de julio en el Centro Cultural Ricardo Palma. Además, los retos que ha enfrentado en su camino artístico, su proceso de transformación como cantante y cómo ha aprendido a integrar sus diferentes pasiones en una sola visión de vida y arte.
—¿Qué te llamó la atención del libreto?
Está el tema de lo que significa el hombre en esa época, cuál es el rol y qué es lo que puede y no puede aceptar en frente de los demás. Entonces juego un poco con eso… ¿A qué es lo que el Dr. Hyde quiere escapar? También hasta qué punto podría llegar para más o menos crear esta fórmula, huir de lo que considera malo de sí mismo y en verdad solamente es parte de él.
—¿Qué aspectos de ti exploraste para interpretar a tu personaje?
Creo que siempre hay algo de uno. Al final lo único que yo tengo para ofrecer el personaje es mi vida, mi experiencia, mis sueños, mis miedos, todo lo que yo soy, es lo que más le puedo brindar al personaje. Obviamente, hay circunstancias a las que no puedo llegar, porque no vivo en la época del 1900 y no soy un científico, pero me pongo a pensar que uno podría crear algo tan revelador y tan importante en esta época que es lograr poder separar algo de uno mismo y crear una segunda persona. Me pongo a pensar que en algún momento yo me siento con ganas de extirpar algo dentro mío que yo digo: “Esto no me gustaría que tenga”. Al final uno siempre encuentra algo malo dentro de uno. Me puedo reflejar en lo incomprendido que se pudo haber sentido porque también sé lo que se siente pero con la sociedad. Me dedico al arte 18 años de mi vida y hasta ahora aún hay está esa sensación de que la gente realmente no entiende lo que yo hago, en mi círculo cercano y familiar.


—¿Es difícil crecer en el mundo artístico sin metas trazadas?
Yo creo que sí, porque esta industria es bastante incierta. En general, la industria del entretenimiento y del arte es muy incierto, pero más en un lugar donde la industria todavía no está tan formalizada o no hay tantas oportunidades. Las oportunidades que se dan de repente son dadas a un círculo que se vuelve a repetir una y otra vez. Es muy difícil para los nuevos artistas, para los nuevos actores o cantantes ser vistos y considerados, entonces uno lucha muchísimo para eso. El arte tiene 50% de negocio y 50% arte y creatividad, pero si esto estuviese balanceado, entonces podría ser un poco más justo. Ahí es cuando las cosas un poco se vuelven un poco grises si tú no la tienes clara. Siempre digo que si no estás obsesionado y enamorado de la carrera del artista, eventualmente vas a dejarlo porque no es para débiles. Este romance que tendrías que tener con tu propio arte, es lo que al final te va a proteger.
—¿El mayor desafío que has enfrentado en tu camino como cantante?
Empecé en la música como un sueño de pequeño porque en la escuela yo tenía ganas de hacer música y crear canciones. Por comentarios o burlas, como que se arruinó un poco ese sueño. Me llenó de miedo y de muchos traumas que al final impidieron que yo me siga desarrollando en ese sentido. Cuando llegó la pandemia, hubo un tiempo para pensar y volvió al tema de la música. Y pensé: “Voy a sacar una canción y si no me gusta, lo dejo ahí”. Estrené mi primera canción con miedos y me recordó de las primeras veces que comencé a actuar. La gente piensa que porque saco ahora canciones y me presento en vídeo y todo, ya se acabó el miedo y los traumas, pero en verdad yo sigo sanando mientras creo música, mientras me paro en el escenario y siento que eso para mí es importante.


—¿Ha sido complicado que tu música llegue a más personas? Como en Perú la mayoría escucha salsa o pop y tú decidiste hacer pop.
Sí, totalmente. Yo no quiero meterme a la música simplemente porque quiero que sea parte de algo que se ha vuelto viral. A mí me gusta el pop y de alguna forma influye en las composiciones. En estos últimos años que me he metido bastante al k-pop y por eso trato de que sea honesto a la hora de crear. Mi música varía entre el inglés y el español, porque he vivido 10 años en Nueva York y yo sé que el inglés está metido dentro de mí. Lo único que yo puedo hacer es tratar de que lo que haga en la música sea lo más transparente conmigo. Si comienzo a escribir una letra y me sale todo en inglés, voy a dejar de que se sea así. No trato de atarme algo, porque al final lo que también he aprendido en este pequeño viaje es que muchos te pueden decir lo que deberías hacer y al final eso no implica que funcione. Es una industria que está plagada de salsa y de cumbia, pero eso no me para que siga creando. Seguiré intentando que la gente acepte que en Perú también se hacen otros géneros.
—¿Qué otros proyectos tienes a futuro? ¿Tienes pensado anunciar otras presentaciones en los próximos meses?
La siguiente fecha de mi concierto es el 27 de agosto en Feria Bar de Barranco. Voy a invitar a algunos artistas y habrá sorpresas. Ese día también sale mi siguiente canción y ya se está terminando mi primer EP. Luego tengo una pequeña y última reposición de la obra “Invisible” que hemos hecho a inicios de este año, ahora solo serán cuatro funciones en el Teatro de Lucía.
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