(Fotos: Bizarro/Arianna Balta)
(Fotos: Bizarro/Arianna Balta)

La noche limeña del último 18 de octubre se encendió bajo el rugido del trap. Eran casi las 9:10 p.m. en Costa 21 cuando las luces del escenario se apagaron y una ola de gritos estremeció el recinto: Eladio Carrión había llegado. Vestido de negro y con una seguridad casi desafiante, el artista puertorriqueño se presentó ante alrededor de 4 mil de fanáticos que corearon cada tema con una desorbitante euforia.

Desde los primeros compases de “Invencible”, “Ohtani”, “Vetements” y “H.I.M”, Eladio dejó claro que no vino a complacer, sino a imponer respeto. Su voz grave y su energía cruda dominaron el ambiente con una mezcla de frialdad escénica y precisión lírica.

Un grupo de bailarines vestidos con smoking de negro aparecieron en escena en algunas canciones. Con movimientos precisos, casi marciales, ejecutaron una coreografía inspirada en ninjas, mezclando artes marciales con pasos urbanos.

Desde las primeras filas comenzaron a lanzarle regalos: Figuras de Dragon Ball e incluso un cuadro pintado a mano con personajes de Kimetsu no Yaiba. Eladio los recibió con una sonrisa, levantando los obsequios y mostrándolos al público como trofeos. Era evidente que la relación entre el artista y sus fans iba más allá de la música.

El repertorio fue un viaje entre lo introspectivo y lo explosivo. El puertorriqueño presentó su nuevo trabajo discográfico “DON KBRN”, sin embargo, entonó temas de sus anteriores álbumes como “Coco Chanel”, “Kemba Walker”, “Hola Como Vas” y “Paz Mental”.

La velada no solo arrancó con sus más recientes éxitos, sino que también reflejó el lado bromista del trapero, quien sorprendió al público interpretando su versión de “Mi Primera Chamba”, un gesto que provocó risas y aplausos entre los asistentes.

Con una energía desbordante, el intérprete gritó en varias ocasiones su nombre: “¡ELADIO CARRIÓN!”. La multitud, perfectamente sincronizada, respondió con un rugido ensordecedor: “¡SENDO CABRÓN!”.

Momentos de euforia, con el público saltando al unísono y repitiendo cada palabra como si fuera un mantra. Jóvenes que vinieron desde distintas partes de Lima y provincias mostraban carteles, camisetas personalizadas y tatuajes con frases de sus canciones. Algunos lloraban, otros se abrazaban entre tema y tema.

Más allá de brindar un espectáculo contundente, Eladio se encargó de crear un vínculo genuino con sus fanáticos peruanos. En cada pausa, el artista expresaba su gratitud por la entrega del público y la energía que lo mantenía motivado sobre el escenario.

Tras casi dos horas, el puertorriqueño le pidió a los asistentes que dejaran de grabar con sus teléfonos para poder disfrutar el momento al máximo. “¿Están listos para escuchar uno de los traps más importantes que ha salido en los últimos años?”, afirmó.

Antes de despedirse, Eladio lanzó su última bala con “Mbappé”, dejando una estela de saltos, gritos y brazos en alto. En ese momento, Lima dejó de ser Lima: Era una ciudad bajo el hechizo del trap.

Lo de Eladio Carrión no fue solo un concierto, sino una experiencia colectiva de identificación y resistencia. En un género saturado de apariencias, el artista boricua demostró que su fuerza radica en la coherencia: en decir lo que vive, en rapear lo que siente y en no perder el respeto por la calle que lo vio crecer. Esa noche, el trap tuvo rostro, voz y verdad.

LO MEJOR DEL CONCIERTO DE ELADIO CARRIÓN EN LIMA

CORREO | Eladio Carrión en Lima
(Video: Gianina Laredo Ravello)

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