En “Los Dioses del Teatro”, la puesta en escena que protagonizará Gonzalo Torres, el actor, por esta vez, no encarnará un personaje; gran y esencial detalle que propone la obra que compartirá con César Ritter. “Nos estaremos interpretando a nosotros mismos en una circunstancia especial, hablaremos un poco de nuestra biografía, nuestro pasado, hasta de nuestros miedos”, dice el artista que forma parte de una pieza teatral escrita por Gonzalo Ladines y que se presentará en el Teatro Mario Vargas Llosa desde el 4 de septiembre.
Ser uno mismo en el escenario, no suena tan tan fácil. “Los Dioses del Teatro” toma nuestra biografía, pero adaptada para contar una historia. Trata sobre el trabajo del actor, sobre la amistad, sobre no renunciar a tus sueños y hasta de la crisis de la mediana edad. También les contamos esos miedos de cómo confiar dentro del mundo cuando tenemos ya más de 40 años y de pronto estás atrapado por un pasado de personajes icónicos de la tele, que siempre te los piden y que quieras trascender al margen de ellos.
¿Realmente cuál es el principal miedo de un actor? En realidad seguir estando vigente, seguir aportando en un medio que siempre te exigirá más. La otra cuestión, más allá del tema actoral, es lo que sienten quienes van cumpliendo años, y que creen que su mejor etapa ya pasó, que de pronto los sueños que tuvieron en su juventud ya los abandonaron.

Hablaste de personajes icónicos del pasado que persiguen. ¿Te pesa Gonzalete de Pataclaun? Hubo una época en la que sí, evidentemente uno se siente atrapado, encasillado en esa relación con un personaje, en mi caso con Gonzalete. De pronto dices, pucha solamente valgo por esto, soy solamente eso y siempre estás tratando de probarte que eres más, pero sinceramente ya lo he superado.
Tu carrera no se detuvo con el fin de ese personaje. Soy un actor que ha hecho teatro, cine y he conducido varios programas de televisión, pero siempre la gente vuelve a Gonzalete, lo cual ahora me da cariño, me da alguna forma de gratificación, antes lo rechazaba de una forma brutal. Hoy siento que esa mirada es una mirada nostálgica y también una mirada del pasado con un sentido de agradecimiento, creo que es un buen testimonio de que algo hice bien. Y eso te marca, ¿no? Pero ya probé que también puedo hacer otras cosas.
¿Y la popularidad cómo la manejas? No tengo ningún problema con la popularidad. Me tomo fotos con todo el mundo, me paro en la calle, escucho a la gente, porque no solamente es para pedirte una foto, a veces te dan algún datito o te preguntan sobre tal lugar del centro de Lima. Esto te puede dar una sensación de importancia, pero a la vez de humildad, porque en ese sentido. la gente te quiere o te reconoce porque has hecho un buen trabajo, que te pone de alguna forma en el sitio en el que estás.
Tu amistad con César Ritter viene de hace mucho, ¿cómo es que se juntan para Los Dioses del Teatro? La primera obra que hizo César en el teatro hace muchos años, la hizo conmigo, desde allí hicimos unas buenas migas y nos fuimos conociendo. Luego hemos compartido otras obras, camerinos, hay una relación importante entre nosotros.Con sus diferencias también lograron esa hermandad que trasciende a las tablas.Él viene de otra formación, para encontrar sus personajes, Yo vengo del mundo del claun, él de un teatro un poco más serio, a veces me saca de quicio o nos sacamos de quicio entre los dos, y se vuelve una cosa graciosa, como una especie de pareja dispareja. Fue por eso que dijimos, oye esta relación que tenemos personal entre tú y yo, también puede funcionar teatralmente. A raíz de eso, dijimos, si hacemos algo nosotros dos, sería una buena idea, ¿no? Y mira, aquí estamos listos para estrenar.