(Fotos: Giancarlo Ávila @photo.gec)
(Fotos: Giancarlo Ávila @photo.gec)

Pocas bandas han logrado conquistar en repetidas ocasiones los primeros lugares en las listas musicales, y aún menos haberse transformado en verdaderos íconos para más de una generación. Green Day es una de ellas.

La banda integrada por Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool volvió a pisar suelo peruano el pasado 27 de agosto tras 8 años de su última visita. Conociendo la energía y carisma de cada uno de sus miembros, sabíamos que estábamos por recibir mucho más que solo música.

Bad Nerves, banda inglesa que mezcla power pop, punk y hardcore, fue la encargada de dar inicio a la velada antes del plato fuerte de la noche.

Cuando comenzó a sonar “Bohemian Rhapsody” de QUEEN, la euforia se apoderó del estadio San Marcos. Miles de fanáticos desataron una locura colectiva que marcó el inicio de una noche inolvidable.

El setlist fue cuidadosamente armado para despertar una montaña rusa de emociones. La velada arrancó con “American Idiot”, “Holiday”, “Know your enemy”. Las pantallas enfocaban el rostro de Billie Joe, donde cada gesto dejaba al descubierto una emoción genuina que se contagiaba entre la multitud.

La noche estuvo llena de sorpresas. Billie pidió a alguien del público para que subiera a cantar con él y entre emociones desbordadas, la fanática lo abrazó y provocó un estallido en el público.

Con “Boulevard of Broken Dreams” llegó el momento emotivo del concierto. A pedido del vocalista de la banda, los asistentes alzaron las luces de sus celulares, creando un mar de destellos. Una escena tan poderosa como conmovedora.

Los infaltables ‘21 guns’, ‘Basket case’ y ‘Wake me up when september ends’, desataron nuevamente la locura entre los fans. Entre una lluvia de papelitos, uno de los tríos más famosos del rock se despiden del público.

Si bien no tocaron más de 30 canciones en este show, pudimos presenciar cada etapa de la banda, pero sobre todo su evolución musical.

Green Day dejó en claro que la pasión por lo que hacen sigue intacta. Si bien ya no están en sus 20’s, ni viven la realidad que reflejan las letras más crudas de sus inicios —escritas hace más de 30 años—, su actitud y espíritu juvenil siguen tan vivos como siempre. Y eso no solo es admirable, sino profundamente inspirador.

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