A cuarenta años del lanzamiento de “Rockas Vivas”, un álbum emblemático en su carrera, Miguel Mateos, rockero de gran estirpe, admite que ese disco en vivo sigue vigente, y por eso merece una buena celebración. “Es un álbum muy importante para mi carrera, es una suerte de ícono, una suerte de leyenda sobre todo en Argentina, que es donde primero se dio, ya que es un álbum en vivo”, dice el rockero, que el próximo 26 de septiembre en el Coliseo Eduardo Dibós revivirá en Lima la magia que tiene “Rockas Vivas”, además de interpretar sus sonados éxitos.
La particularidad de “Rockas Vivas”, un álbum en directo, es que incluyes un tema en estudio: “Perdiendo el control”. Así es, el álbum está conformado por temas de mis tres primeros álbumes o sea, por Zas, que se llamó el primero, por Huevos, el segundo, y Tengo que parar, el tercero. Es un disco que toma los temas, por lo menos los más sonados de los tres discos precedentes, y su conformación en vivo es la que lo hace fuerte, lo hace explotar. Efectivamente, como vos bien decís, la particularidad de tener un tema en estudio que es “Perdiendo el control,” también le da una cierta originalidad.
En el argot musical se dice que un disco ha envejecido bien cuando no ha perdido vigencia, y a Rockas Vivas se le siente intacto. Soy un privilegiado, si se puede decir así. Hay que tener en cuenta que tocar los temas de ese álbum es como hacer una suerte de retrospectiva, (1981-1985) de nosotros, y cuando hablo de nosotros hablo de Argentina. Fueron años muy tensos ya que veníamos de una dictadura militar y en el 83 conseguimos la democracia que aún la seguimos disfrutando y en el medio también Malvinas. Todas esas canciones reflejan esa intensidad.
Hay temas que pareciera que se hubieran escrito hoy, especialmente “Tirá para arriba”... Sí, seguro. Hay frases muy contundentes y que las recuerdo cada vez que las canto. Por ejemplo, ya que mencionaste Tirá para arriba, eso de: “tengo a un ruso y a un yankee dentro de mi habitación, que se juegan mis zapatos y foto de graduación de promoción... en un Atari”. ¿Y no se acaban de juntar hace unos días esos dos, Trump y Putin?
Eso se llama vigencia. En realidad, parece mentira que tuviera una vigencia tan contundente, porque son imágenes muy fuertes que se pueden dar hoy de repente. Por eso, el impacto del show es que son canciones hechas con sangre, sudor, lágrimas, borracheras, trasnochadas. Tocando en sótanos clandestinos y a bajo volumen para que no te escuchen, venga la policía y te lleve preso.

La música que permanece en el tiempo se gesta en esos procesos donde hay tantas emociones juntas, no en una computadora. Ese el punto de marcar la diferencia ante el avance de la inteligencia artificial. Hoy, una aplicación te hace en un minuto y medio una canción del género que quieras, con la letra que quieras, en el idioma que quieras, cantado por quien desees. Estamos al borde del delirio.
¿Y sigues escribiendo tus temas de una forma clásica o te ayudas con las nuevas herramientas tecnológicas? Con mi piano y mi guitarra sigo gestando las cosas de la misma manera que hace más de 40 años. Claro, que después pasarán otros procesos tecnológicos para dar forma a los temas. Hoy, tienes al alcance de tu mano una cantidad enorme de elementos, desde una orquesta completa, hasta la Sinfónica de Londres, la guitarra de Jimmy Page y las baterías de John Bonham, después pasa por ahí el asunto. Pero en esencia, la música sigue naciendo desde muy dentro.
Desde las emociones... Obvio, y son orgánicas por el lado de que sigo siendo un hombre, un ser humano de mundo que está totalmente e linkeado con el exterior y con lo global, con los problemas no solamente que aquejan a lo nacional, sino a lo internacional.
¿Qué queda de ese Miguel Mateos que fue telonero de Queen en 1981, cuando la banda Zas estaba en pañales? Creo que soy mejor, creo que evolucioné, que canto mejor y compongo mejor, que hago mejores shows. He adquirido el profesionalismo y la sabiduría como para montar un show de puta madre y hacer vibrar, cantar y bailar a toda una audiencia. Sigo amando esta profesión con una vocación que es inoxidable, ¿entendés? En esencia, sigo siendo, ese chico de 20 años con la misma pasión que me sigue alimentando el corazón y el alma.