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Los oscarizados actores estadounidenses Diane Keaton y  se juntan por primera vez en el cine para protagonizar el drama Ruth y Alex, cuyos protagonistas recuerdan cómo se conocieron y los avatares de la vida pasada. En esta entrevista, Freeman nos habla, entre otros asuntos, sobre la película, el matrimonio y la vida.

¿Cómo es que Ruth y Alex se conocen y empiezan esta tierna historia?
Él era un joven artista, un pintor, y ella vino a posar para él. Ella es muy decidida para ser una mujer muy joven. Muy estable, porque ella tuvo que enfrentar a su familia para tener esta relación. Para casarse con este hombre, y lo hizo. Y nunca miró atrás, nunca se arrepintió.

¿Cómo ha sido trabajar con Diane Keaton?
La adoro y me ha encantado trabajar con ella. Siempre la he admirado a ella y a su trabajo, es una actriz fascinante. Diane y yo nos conocimos en 2008 y ya entonces decidimos que deberíamos trabajar juntos algún día si tuviéramos la oportunidad. Siempre he amado mirar y admirar el trabajo de Diane Keaton; y cuando amas mirar el trabajo de alguien, la cosa que siempre se viene a tu mente es: “Me gustaría hacer esto con ella, me gustaría bailar con ella”, así que tuvimos la oportunidad de bailar juntos y es como imaginaste que sería. Simplemente fue la conexión más grande.

¿Por qué Alex y Ruth deciden dejar la casa que adoran y en la que han vivido toda su historia juntos?
Ellos no quieren, ese es el conflicto. Pero la sobrina de Ruth (Cynthia Nixon) les aconseja dejar su apartamento ubicado en el quinto piso de un viejo edificio de Brooklyn antes de que llegue el día en el que ninguno sea capaz de subir las escaleras. Eso, y el elevado precio que tiene ahora la casa por su ubicación. Sí, eso también, claro.

El largo romance de los protagonistas, quienes llevan más de 40 años casados, conmueve por la complicidad que todavía los une. ¿Cree que el amor puede durar tantos años?
No sé... (ríe) Es una pregunta complicada. Para mí es difícil comprender la posibilidad de poder estar casado con la misma persona durante tantos años. El divorcio es algo tan fácil y se ha vuelto tan común que cada vez es más difícil encontrar historias de parejas que pasen toda una vida juntos, cada vez hay menos casos de personas con un matrimonio de cuarenta, cincuenta o sesenta años.

¿Está usted casado?
Ya no, pero lo he estado dos veces y el compromiso para toda una vida es algo duro (bromea). Para mí la clave del matrimonio son los hijos. Si uno quiere o no quiere tenerlos. Si se quiere formar una familia, entonces hay que casarse, de lo contrario, no hay razón para hacerlo.

En la película, el matrimonio no tiene hijos, pero tienen un cachorro que lo aman y es parte de la familia…
¡El perro! ¡Claro! Hay un flashback de cuando él le regala ese cachorro. El perro es amado por ambos, pero es adorado por ella. No pudieron tener hijos, así que este lo es. Entonces, es interesante para mí, cuando él, en el hospital, está reacio a llevar esta operación tan cara por un perro. Pero la reacción de ella frente al hecho de que él decida firmar este papel de “no resucitar”, su reacción a eso le hace girar por completo. Llaman y él dice: “Cueste lo que cueste, hazlo”. Y eso fue por ella, no por el perro.

¿Qué le queda por hacer en el cine?
No sé, lo que sea que venga, hay años que hago dos películas y otros que incluso me da tiempo a rodar cuatro. La próxima cinta que tengo pendiente de hecho es de acción, si el proyecto sale adelante seré un agente de la CIA. ¿Y en la vida? Ahora vivo en Mississippi y estoy empezando un negocio nuevo relacionado con las abejas y miel que me divierte mucho.


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