Hace casi un mes que estamos en cuarentena, casi cuatro semanas dentro de nuestras casas, sin poder ver a nuestros seres queridos o amigos, sin ir al trabajo o al colegio en el caso de los más pequeños; sin hacer algo tan simple como salir a la calle porque simplemente nos provocó.

En estos momentos nada está claro, y al ser una experiencia completamente nueva para todos, nadie puede afirmar qué pasará mañana. Creo que lo que más nos perturba es la incertidumbre del mañana.

Cuando viví en España y empezó la crisis económica del 2009, mi trabajo como fotógrafa gastronómica se vio paralizado porque nadie invertía en publicidad. Pero las ganas de hacer algo me obligaron a reinventarme y comenzar un blog de recetas de cocina, solo por el hecho de seguir haciendo fotos. La dinámica era dejar a mi hija en el nido, regresar a casa a cocinar, estilizar, producir y armar una foto del plato de comida que ese día íbamos a almorzar. Aprendí muchísimo en esos días. Trabajaba en un pequeño cuarto de invitados, me las arreglaba para hacer todo lo que podía en los ratos que mi hija, de un año, no estaba en casa o dormía una siesta. La cocina se volvió una forma de terapia porque me ayudaba a relajarme, a concentrarme en lo que más me gustaba que es hacer: fotografiar. Hoy, casi 9 años después, intentó aplicar lo mismo en estos días de cuarentena.

El lado bueno. Creo que una de las cosas positivas en esta crisis sanitaria que nos ha tocado vivir es que la gente ha vuelto a sus cocinas a preparar platos de toda la vida, que estaban en recetarios empolvados en el cajón de sus casas y que no utilizaban a menos que hubiera algo especial. Personas que han buscado recetas y videos online que los ayude a reconciliarse con ese lugar del hogar que estaba casi olvidado o que solo se utilizaba los fines de semana.

Es complicado, no lo voy a negar, limpiar la casa, lidiar con los niños, las tareas escolares, y luego entrar a la cocina. Agreguen a esto, tener que trabajar desde casa, y apuesto que muchos están igual o más agobiados que cuando salían a trabajar. La vida rápida nos había acostumbrado a solucionar los problemas de comida con una llamada a algún delivery o con ayuda en la casa, y hoy hemos parado bruscamente. No sabemos si esta cuarentena se va a extender aún más tiempo, lo que sí sabemos es que acabando el encierro tampoco podremos volver de inmediato a la normalidad. Las salidas a lugares públicos y con buena cantidad de gente será lenta. Es probable que los deliverys sí atiendan, y aunque sé que así se salvarán muchos negocios de gastronomía, piensen en esos momentos en familia en la cocina. Atesórenlos, repítanlos cuando tengan tiempo y no los vuelvan a meter en el cajón de los recuerdos para siempre.