“El sabor tiene distintos significados. Puede representar el aroma o sabor de un guiso hecho con mucho cariño por una madre o una abuela; o la simple memoria de una cena que brinda confort en momentos difíciles”, comenta Jimena Agois, periodista y fotógrafa gastronómica
“El sabor tiene distintos significados. Puede representar el aroma o sabor de un guiso hecho con mucho cariño por una madre o una abuela; o la simple memoria de una cena que brinda confort en momentos difíciles”, comenta Jimena Agois, periodista y fotógrafa gastronómica

¿Qué hacen que una receta casera o el plato de un restaurante tengan un sabor maravilloso? ¿Qué hace esa receta especial y que queramos compartirla? ¿Por qué nos gustan unos alimentos más que otros? La respuesta a estas preguntas está en la percepción que cada persona tiene del sabor. El sabor tiene distintos significados. Puede representar el aroma o sabor de un guiso hecho con mucho cariño por una madre o una abuela; o la simple memoria de una cena que brinda confort en momentos difíciles.

Para un inmigrante puede ser lo que lo conecta con su país, sus raíces y su casa. Para otros, puede ser una comida con una textura desagradable, o con una sazón que le trae malos recuerdos. El sabor involucra emociones y muchas veces memorias que interactúan con sonidos, colores, formas y texturas. Según Nick Sharma, creador del blog “A Brown Table”, las emociones, vista, sonidos, sensación en la boca, aroma y gusto conforman lo que todos conocemos como sabor. Son una ecuación perfecta donde todos estos elementos ayudan a hacer de una comida una experiencia única.

VIVENCIAS

Aprendí a cocinar cuando viví lejos de mi país; no por acercarme a mi casa, sino porque como fotógrafa y periodista especialista en gastronomía, quería fotografiar lo que comía. Y quería hacerlo lo mejor posible, empezando desde cero hasta lograr el plato más hermoso posible. De paso, tuve que hacerlo por necesidad, ya que era eso o no comer, o gastar mucho dinero comiendo fuera. Grata fue mi sorpresa cuando no sólo vi los resultados visuales de mis preparaciones, sino los halagos en mi familia cuando probaban la comida.

Como extranjera, en esos momentos, y amante de la buena comida, comencé a cocinar con un recetario de mi abuela y su hermana. Con esas recetas de familia que de una u otra forma y sin querer, me conectaban con mi casa, mis raíces y ese lugar donde siempre fui feliz, la cocina de mi abuela. Muchos de esos sabores y aromas empezaron a volverse más especiales con el tiempo que otros. Me di cuenta que muchas de esas recetas eran una excelente herramienta de aprendizaje. No solo instrucciones de trabajo, sino una mirada al pasado. Y aquellas preparaciones que se han mantenido en mi cocina en el tiempo, son las que me ayudaron a entender cómo funciona todo, dando ideas y pistas de cómo arreglar errores para dar pie a construir mis propias recetas.

La relación que tenemos con la comida es compleja y está influenciada por nuestros genes y nuestro entorno. Algunos preferimos comidas más dulces, otros prefieren sabores más fuertes o ácidos. Hay gente que no soporta texturas suaves y otros que las adoran. Donde crecimos, nuestra cultura y la gente con la que interactuamos también influencian nuestras preferencias. Los recetarios familiares son la herramienta necesaria para entender y recuperar nuestra gastronomía. Comprender cómo se comportan los ingredientes y el efecto que tienen en nuestras comidas, nos ayudará, sin duda alguna, a ser mejores cocineros.

El sabor involucra emociones y muchas veces memorias que interactúan con sonidos, colores, formas y texturas.