“Una propuesta de culto al producto, sabores nítidos, combinaciones atrevidas y bocados entre lo suculento y lo divertido.”
“Una propuesta de culto al producto, sabores nítidos, combinaciones atrevidas y bocados entre lo suculento y lo divertido.”

Yachay es el nombre de ese huerto que nació en pandemia y hoy es un lugar de inspiración e investigación para el chef Jaime Pesaque y su equipo; también el nombre del menú degustación que nace de los productos de esa huerta y ofrece hoy en Mayta Restaurante. Un viaje de exploración y aprendizaje por la tierra y el mar del Perú, de ese territorio sureño en el que el chef se siente a gusto ; y como explica cuando uno está por comenzar la experiencia en Mayta, con el que busca conectar a los comensales que lo visitan con nuestro territorio, tradición y cultura. En esta experiencia, Pesaque invita una vez más a viajar por los sabores al sur de la capital, aquellos que se ubican entre Paracas e Ica (desierto y mar), de una forma elegante sin abandonar otros rincones y tradiciones de nuestro país. Una propuesta de culto al producto, sabores nítidos, combinaciones atrevidas y bocados entre lo suculento y lo divertido.

El menú. Comenzamos con dos snacks elaborados en base a tubérculos, uno de papa nativa, yema y tunta; y el de milocas, una suerte de milhojas hecho de dulces ocas laminadas, ambos sabrosos y delicados. Continuamos con tres bocados que llegan directo del mar, el primero navajas, almejas, cangrejo, y codium (algas), seguido de un crujiente de habas y para cerrar, una fresca concha de abanico infusionada con cítricos. Siguen los vegetales, estrellas en esta mesa, primero en una suerte de espaguetis de loche, macre, huacatay y ají amarillo; y seguimos con el plato de berenjena bebé rostizada y servida sobre un caldo de sus propios jugos, con la piel trabajan una tostada que se unta de cremoso puré de berenjena y ceniza de la piel de la misma. En este paso debemos decir que extrañamos el caldo de visitas anteriores, menos untuoso, más delicado y elegante. La visita sigue con el plato de choclo, quinua y ajíes. La primera proteína llega con un viejo conocido de la cocina de Mayta, el paiche, tucupí, charapita y bellaco, presentado en tres bocados, uno con cada parte del pescado, el primero cachete de paiche con cecina, maduro y charapita, sigue un bocado de yuca, jamón de paiche y cecina; y cierra el cachete de paiche con tucupí. Finaliza la parte salada del menú, alpaca, olluco, ají panca y cushuro. Los postres comienzan con dos bocados seductores, tunta, chincho y yacón. Continúa el postre de tumbo, caigua y pampanis, que ya se ha vuelto un clásico en la cocina de Mayta, seguimos con maíz y queso andino, un postre con buen equilibrio y balance, y cierra la experiencia un bocado de pacae y una suave y sutil bebida de cacao. La propuesta líquida destaca en esta oportunidad con un maridaje con y sin alcohol interesante. Aunque se extraña la presencia del pisco que tan presente ha estado en este espacio.

Sin duda un menú donde la temporalidad y la naturaleza marcan la pauta, y que Pesaque y su equipo han sabido trabajar de manera notable.

Mayta: T. 51 937 220 734

Para disfrutar un almuerzo 100% natural y saludable.