“Son más de 711 mil familias que producen más de 3,250 variedades de papa en los andes peruanos. Familias portadoras de un legado de más de 8 mil años de historia de domesticación y resiliencia”, indica Andrés Ugaz de cocinapar.org
“Son más de 711 mil familias que producen más de 3,250 variedades de papa en los andes peruanos. Familias portadoras de un legado de más de 8 mil años de historia de domesticación y resiliencia”, indica Andrés Ugaz de cocinapar.org

Un minuto antes de la pandemia los foros gastronómicos ya cuestionaban el crecimiento del sector en el Perú. Un crecimiento ininterrumpido y sin precedentes los últimos 20 años, y referentes en muchos países que, sin embargo, no había impactado con la misma fuerza y proporción en la inclusión y articulación con la pequeña agricultura, la misma que representa más de dos millones y medio de familias y que abastece el 75% de los alimentos del consumo nacional.

Una desarticulación más allá del vínculo cocinero campesino, con escasa presencia de productos de la pequeña agricultura en programas de alimentación escolar, tomando en cuenta que se podrían vincular a nuestros productores con un porcentaje importante de los 4 millones de niños en todo el Perú de más de 50 mil colegios. Y donde el turismo gastronómico no ha logrado aún posicionarse en el eje de su propuesta a la agricultura familiar, como pasa en otras realidades que no gozan de nuestra diversidad de especies, climas, familias de productores y transformadores de productos.

Con la pandemia la situación del pequeño agricultor se agravó y sus esfuerzos por sobrevivir son tan urgentes que no consideran regresar a la “normalidad”, aspiran convertir el momento de la reactivación económica en una oportunidad para la pequeña agricultura. Los productores de papa proyectan elevar el consumo per cápita de papas de 85 a 120 kilos en los últimos 14 meses.

REALIDAD

Los hogares están valorando más los productos agrícolas de procesos limpios y por eso saludables, responsables con el medio ambiente y sobre todo impulsados por familias de pequeños agricultores. Los restaurantes que empiezan a abrir aforos reestructuran sus cartas para este nuevo público y ya vemos casos, como Junín, donde el programa de alimentación escolar Qali Warma compra papas nativas para los almuerzos escolares. En el mes de las papas, es posible desde las familias paperas graficar esta realidad y ser parte del esfuerzo por vincular a la pequeña agricultura a nuevos mercados en lo que se ha llamado la reactivación económica que llegará sin pausa, una vez que avance la inmunización en nuestro país. La pandemia afectó a estos productores en el momento justo que empezaba la cosecha. Si a ello le sumamos las lluvias, inmovilidad, cierre de mercados y restaurantes; dieron una gran pérdida.

Su experiencia basada en llevar el campo a la ciudad, les permitió explorar un nuevo canal: las familias en sus casas se presentaban como una oportunidad. El día dos de la de declaración de la pandemia ya estaban en camionetas llevando papas nativas a los hogares de Ayacucho. Edilberto Soto, embajador de la papa en el Perú les explicaba a los vecinos de Huamanga sobre el valor de sus productos. Según su experiencia, las familias valoran y pagan lo que cuestan las papas nativas cuando se enteran de su valor histórico, cultural y nutricional. “Cuando el mercado se acomoda, el campo se acomoda”. Al día de hoy no sólo llegan a los hogares de Ayacucho sino que tienen más de 500 puntos de venta entre supermercados, tiendas de conveniencia y bodegas como canal principal de ventas en nuestro país. Hoy a través de una marca colectiva como Tiyapuy que los representa también exportan a Europa y Norteamérica; reactivaron la Ruta de la papa a Condorcocha- Ayacucho, la misma que se prepara a recibir a familias que empiezan a viajar a tramos cortos y espacios abiertos.

Son más de 711 mil familias que producen más de 3,250 variedades de papa en los andes peruanos. Familias portadoras de un legado de más de 8 mil años de historia de domesticación y resiliencia, quienes nos permitieron dar el mayor aporte peruano a la humanidad y que en estos momentos nos dan un lección de adaptación y optimismo, pero sobre todo de esperanza en que sus papas se conviertan en instrumentos de riqueza que puedan disminuir la pobreza en los andes del Perú.