Conozca la historia de doña Martha, la reina del caldo de cabeza
Conozca la historia de doña Martha, la reina del caldo de cabeza

Hace 50 años, todos los días, la señora Martha Catunta, ya está de pie a medianoche, picando las verduras, limpiando la carne y pelando las papas para preparar los platos que venderá en el día. En el mercado Andrés Avelino Cáceres de Arequipa, la jornada empieza muy temprano, los comensales llegan a partir de las cuatro de la madruga para disfrutar de un reparador caldo de cabeza de cordero.

A veces tienen que esperar que las mesas se desocupen, pero vale la pena, porque saben que están en el lugar donde se sirve el mejor caldo.

Diario Correo conversó con la señora Martha Catunta de Paredes, dueña de un don para cocinar que ha cultivado durante estos años para sacar adelante a sus seis hijos.

¿Cómo decidió dedicarse a la venta de comida? Comencé de muy joven, tenía 20 años. Yo nací en Sicuani, Cusco; mi madre murió cuando yo tenía tres meses y me quedé al cuidado de mis abuelos. Ellos fallecieron, así que vine a Arequipa a vivir con una tía para buscar un mejor futuro. Fue como jugando, primero vendía chuño hervido con queso, luego poco a poco fui añadiendo más platos como churrasco, milanesa.

Felizmente siempre me compraban, empecé en el mercado La Chavela en Miraflores.

¿Fue difícil empezar este negocio? Lo único fue sacrificar tiempo, pero gracias a Dios siempre me ha ido bien. Después vendí en el mercado San Camilo, ahí me quedé 15 años. Recuerdo que en el gobierno de Luis Cáceres reventaba bombas para desalojar a los ambulantes. Corría y los policías me protegían, decían la señora cocina rico caldo, eran mis caseros (risas).

¿Quién le enseñó a cocinar? Como le digo, solita como jugando. Pero lo que sí me costó aprender fue el caldo de cabeza. Cuatro años estuve practicando, no me salía. Luego ya empecé a hervir pata, otros ingredientes para que salga rico y hasta el día de hoy, los clientes regresan.

Generaciones han venido a comer, desde que estábamos en otra parte del mercado, hasta que nos trasladaron aquí

¿Cómo hacía para trabajar y atender a sus hijos? Tengo el apoyo de mi esposo con el que estoy casada 50 años, él me ayudaba. La clave es trabajar duro y lo más importante, no desanimarse, siempre ser positivo. Ahora como ya no puedo hacer mucho esfuerzo, mi hija Betty me ayuda.

¿Cuántos platos vende al día? Hacemos caldo de cabeza, cordero, panza y pata. Además de cuatro segundos, que puede ser asado, locro, costillar y matasca.

¿A qué personajes tiene entre sus comensales? Conocidos, por ejemplo la señora Choquehuanca que ha salido como congresista por Arequipa, siempre viene a comer, a veces para llevar, algunos políticos también. Lo bueno es que siempre hay clientela. A las 11 de la mañana ya estoy retirándome a mi casa a descansar.

En todo este tiempo, ¿hay algo que recuerde con tristeza, algún acontecimiento que la perjudicó mucho? Sí, me acuerdo cuando estaba en San Camilo me robaron tres ollas de caldo, perdí 20 cabezas de cordero. La gente es mala, eso me pasó dos veces, pero siempre me repuse, como le digo, si nos echamos a llorar no vamos a lograr nada, no hay que desmoralizarse.

¿Cuál es el secreto para mantener un negocio de comida? A parte de cocinar rico, hay que tratar bien al cliente. Por más que la comida sea deliciosa si los tratas mal no regresan, por eso siempre con cariño hay que agradecer e invitarlos a que vengan de nuevo.

¿Cuál es su mayor orgullo? Mis hijos, no me traen problemas, cada uno tiene su familia. Tengo 12 nietos y un bisnieto varoncito. Estoy tranquila con todo lo que he conseguido gracias al sacrificio y a la perseverancia.

¿Qué mensaje le daría a las mujeres emprendedoras como usted? Que no se rindan, que trabajen honradamente para que crezca su negocio y siempre con optimismo. Te vas a caer miles de veces, pero hay que saber sobreponerse. Eso es lo que lleva al éxito y seguir creciendo.

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