En los últimos años, los gatos se han convertido en una de las mascotas más populares, especialmente en áreas urbanas donde el espacio en los hogares es limitado.
Según un estudio de Kantar, la tenencia de gatos creció un 59%, mientras que la de perros solo lo hizo un 30%. Esta tendencia refleja no solo la preferencia por este tipo de mascotas, sino también el creciente interés por comprender las necesidades de los felinos, en especial su bienestar físico y emocional.
Durante su crecimiento, los gatos van moldeando su personalidad y comportamiento de acuerdo al ambiente y entorno en el que viven. Entre el mes y medio hasta los seis meses de edad suelen estar más activos, juguetones y curiosos; a partir de esta edad en adelante explorarán y observarán con mayor detenimiento. Ya a partir de los ocho años para adelante, son más reposados y no tienen mucha actividad física.
“Los gatos son expertos en ocultar su dolor. Por ello, cualquier cambio en su comportamiento debe ser tomado como una alerta. Señales como la disminución de su ritmo de movimiento, conducta agresiva, que no tiene nada que ver con las actividades físicas o irritabilidad son signos de que algo les está pasando. Asimismo, el estrés es un factor importante que puede condicionar la aparición de enfermedades o volverlos más susceptibles a contraer infecciones”, comenta la médico veterinaria Cecilia Padilla, especialista en dermatología veterinaria y medicina felina.
En el marco del Día Internacional del Gato, la especialista plantea posibles problemas de salud a través de los cambios en el comportamiento de los felinos:
- Cambio en el apetito: Si empieza a comer más o menos de lo habitual, esto podría indicar un problema de salud. La pérdida de apetito podría ser señal de dolor, estrés o problemas dentales, mientras que comer en exceso puede ser síntoma de enfermedades como la diabetes o trastornos endocrinos.
- Exceso de maullidos o vocalizaciones: Aunque los gatos suelen ser animales silenciosos, un aumento repentino en la cantidad de maullidos puede ser una forma de comunicación ante malestar. Los maullidos fuertes o persistentes podrían indicar ansiedad, estrés o problemas de salud, como hipertensión o enfermedades renales.
- Cambios en la actividad física: Si tu gato, que antes era juguetón, se vuelve apático o menos activo, podría estar sufriendo de artritis, dolor muscular o alguna enfermedad interna. La falta de actividad también podría reflejar problemas de salud mental, como la depresión felina.
- Aseo excesivo o nulo: Los gatos son animales muy cuidadosos con su higiene. Si de repente notas que tu gato se asea de forma excesiva o, por el contrario, deja de hacerlo, esto puede ser una señal de malestar. El aseo excesivo puede estar relacionado con el dolor o el estrés, mientras que la falta de higiene podría indicar problemas en la piel o enfermedades graves, como insuficiencia renal.
- Cambios en el uso de su arenero: Observar cómo tu gato usa la caja de arena es fundamental. Este debe encontrarse siempre limpio. Los cambios en los hábitos en el uso del arenero pueden indicar alteraciones, no solamente en la salud física, como la cistitis, que es la inflamación de la vejiga o alteraciones intestinales, sino también incluso problemas de comportamiento. Por ejemplo puede que no lo utilicen porque se cambió el tipo de arena, no se realizó la limpieza adecuada o no está en el lugar apropiado.
Como tutores, se conoce más a las mascotas. Si se tiene un gatito calmado, tranquilo, medio asustadizo, que no le gusta mucho la gente y esconde cuando hay visita y de repente está más inquieto, irritable, ya es una señal de alerta. Por el contrario, si se tiene un gatito sociable, que sale cuando vienen las personas, es mimoso y está constantemente en actividad, pero se le observa decaído, se esconde, o ya no juega como antes, también hay que tenerlo en cuenta.
“Finalmente, si notas que tu gato empieza a esconderse más de lo habitual o se muestra más agresivo cuando antes era tranquilo, esos también son indicios de que algo podría estar sucediendo. Los gatos, al ser muy sensibles, suelen reaccionar de esta manera cuando no se sienten bien. Si estas conductas persisten es necesario llevarlos a un especialista que realice un diagnóstico para evitar que se agraven”, concluye Cecilia Padilla.