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Los 132 escalones que conectan las avenidas Shakespeare y Anderson en el barrio del Bronx, en Nueva York (EE.UU.), estaban hasta hace poco alejados de los . Ahora son subidos y bajados por visitantes de todas partes del mundo que vieron a  haciendo allí sus simpáticos pasos de baile en la taquillera "".

"Es enorme, es realmente enorme", dice Noa Angenost, un joven turista francés. "He sido un gran admirador de Batman desde que era pequeño, estoy súper feliz de venir aquí porque nunca he podido ir a lugares de rodajes", comenta a AFP.

De vacaciones con su padre en Nueva York, este adolescente de Cannes aprovechó la oportunidad para conocer el set de la escena del baile, "mítica" según él. Y para tomar fotos y videos que publicaría en Instagram.

En ocasiones, los turistas hacen cola para posar cerca de la farola que aparece en el póster del filme, con las típicas salidas de emergencia de las construcciones neoyorquinas de fondo.

En una de las paredes ahora hay una pintada con la cara blanquecina de Guasón, el mejor enemigo de Batman. "¡Es todavía más hermoso que en la película!", lanza Tasula Ceballos, una joven rusa residente en Miami.

"Me encanta cuando los cineastas filman en sitios comunes de las ciudades, lugares de la vida real", dice. "Por lo general, filman en estudios, como Warner Bros, pero este es un lugar real, podemos venir, tocar el suelo".

Pero admite estar un poco decepcionada porque con la cantidad de fans de la cinta que pululan alrededor no puede sacar las fotos que ella querría.

No es la única que admite su incomodidad con esta repentina locura de gente, y algunos habitantes del vecindario empiezan a dar muestras de cansancio.

Uno de ellos es Elliott Raylassi, quien con su bicicleta blanca en el hombro busca deliberadamente interrumpir las sesiones de fotos de los turistas.

Raylassi teme que este furor contribuya al aburguesamiento de este distrito. "En Nueva York, cuando un vecindario atrae la atención de muchos turistas, despierta el interés de las constructoras, que comienzan a hacer todos esos edificios altos y caros en los que no puedo permitirme vivir".

En cambio para Frankie Astacio, que vive al otro lado de la calle, toda este entusiasmo es positivo. "Es bueno para el vecindario, lo hace más atractivo".

AFP