Hace días que Jeremías Gamboa no logra conciliar el sueño. Sospecha que es por la ansiedad que le han traído los últimos meses, en los que Contarlo todo (Mondadori, 2013) ha recibido innumerables elogios, incluso antes de ser publicada. Pero el autor no sabe decirlo. Solo reconoce que no puede dormir, que teme que se le vaya la voz a puertas de grabar su primer reportaje para la televisión, que espera que su primera novela cubra todas las expectativas que la rodean, y que ansía con que se acabe todo este barullo mediático para volver a sentarse frente a su máquina y teclear frenéticamente una nueva historia que ya se escribe en su cabeza.

Conversamos con el escritor un martes, cinco días antes de que viajara a México para ser parte de una serie de eventos, entre ellos la esperada presentación de su novela -esas 512 páginas que demoró cinco años en escribir- en la prestigiosa Feria Internacional del Libro de Guadalajara y donde estará presente, en primera fila, el nobel de literatura Mario Vargas Llosa, quien ha dicho sobre el autor: "Jeremías Gamboa es un escritor perfectamente dueño de sus medios expresivos, que sabe concentrarse en lo esencial, que es siempre contar una historia bien contada".

Pero detrás de la publicación de la primera novela de Gamboa, que ha concitado más atención de la que el mismo autor confiesa que se esperaba -una preventa en librerías, seguidores en Facebook que se retratan con el libro, vallas publicitarias, felicitaciones en cada esquina, en cada bar, el no poco abrumador título de 'boom' literario acodado por un diario español-, hay otras historias: la decisión de dejar el periodismo para asumir su vocación como escritor, el ensayo que leyó Vargas Llosa y lo llevó a descubrir su libro de cuentos -Punto de fuga (Alfaguara,2007)- y luego a seguir de cerca el desarrollo de su novela, el proceso de creación de esta durante cinco años con el ímpetu de un veinteañero siempre en alto, la adopción de la "mamá grande del boom" Carmen Balcells como su agente literaria, el desafío de la publicación bajo el sello internacional Mondadori, que lo traducirá a tres idiomas -italiano, portugués y francés-, y finalmente la del escritor que -expuesto a través de una obra que desborda talento- le teme a los cambios.

"Nadie me lo dijo. Nadie me habló de esta ansiedad", denuncia el autor haciendo referencia a lo que no encontró en los libros, de lo que ningún escritor le advirtió: lo que pasa cuando se publica una gran novela. "Supongo que todo esto será un aprendizaje", asume, siempre rescatando el lado aleccionador de cada experiencia, respirando hondo, intentando relajarse y dejar de pensar en ese futuro inmediato que desconoce y lo agobia por ratos. Y entonces sonríe. Regresando de Guadalajara dice que se irá a la playa unos días para 'desconectarse', y luego seguir una larga agenda de entrevistas que ya empieza a programarse. "Como Vargas Llosa", bromea. Fotos: Federico Romero

Puedes leer la nota completa en la edición 137 de la revista

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