La mañana del 16 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu ingresó a la Cárcel Central del Varones tras catorce días de haber cometido el horrible asesinato. (Foto: GEC Archivo Histórico)
La mañana del 16 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu ingresó a la Cárcel Central del Varones tras catorce días de haber cometido el horrible asesinato. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Hace más de 70 años, una sangrienta historia hizo temblar a todos los peruanos. La mañana del 2 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu asesinó a siete miembros de dos familias japonesas. La Policía recién puedo ubicar los cadáveres al día siguiente. Los siete cuerpos desnudos fueron encontrados en la acequia Magdalena del jirón Tingo María, en Chacra Ríos. La mayoría de las víctimas formaban parte de su familia. Por eso, los agentes detuvieron a Mamoru Shimizu y a Kiyoshi Nayto. Un nuevo caso policial se abría.

Siguiendo las pistas hacia el asesino

La mañana del 4 de noviembre de 1944, los medios de comunicación dieron a conocer la noticia. Ahí se reveló que los cuerpos tenían golpes en las cabezas y los rostros. También se indicó que, aunque no se habían encontrado pistas en la escena del crimen, se detuvo al hermano y al mayordomo de una de las víctimas.

Horas después, la Policía trasladó los restos humanos a la Morgue. La autopsia de ley confirmó que las “víctimas fueron golpeadas con un arma contundente y que los cadáveres presentaban múltiples traumatismos en la cabeza y en la cara, inferidos por mano ajena”.

La noche del 02 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu asesinó a siete integrantes de su familia en el jirón Tingo María. (Foto: GEC Archivo Histórico)
La noche del 02 de noviembre de 1944, Mamoru Shimizu asesinó a siete integrantes de su familia en el jirón Tingo María. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Días después, el 6 de noviembre, se supo que uno de los detenidos había señalado que en un corralón del jirón Manoa podía haber pistas que ayudarían a resolver el caso. Aunque los agentes de homicidios revisaron el lugar, sólo hallaron algunas cartas escritas en japonés, una cámara fotográfica y un pequeño mimeógrafo.

Ya en el interrogatorio, Mamoru negó conocer algún detalle de los crímenes, ya que el día de los hechos realizó sus actividades habituales de cada mañana. También contó que se fue junto a Kiyoshi Nayto al mercado de Chacra Colorada y que después de media hora regresó a su casa.

Días más tarde, el 9 de noviembre, se conoció que Sumiko Shimizu, esposa de Mamoru, había acusado a su marido de ser el autor del múltiple asesinato de Tingo María. Ella declaró haber descubierto en su casa una chaqueta azul de su esposo manchada de sangre. Aunque el japonés negó que fuera suya, esta prenda tenía sus medidas exactas. Entonces el juez instructor del caso dispuso su traslado a una cárcel, asignándole un abogado. Shimizu estaba acorralado.

Familia japonesa asesinada por Mamoru: su hermano Tamoto Shimizu y Hanai de Shimizu junto a sus tres hijos. (Foto: GEC Archivo Histórico)
Familia japonesa asesinada por Mamoru: su hermano Tamoto Shimizu y Hanai de Shimizu junto a sus tres hijos. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Sangrienta confesión

El 12 de noviembre de 1944, el ex combatiente de la guerra chino-japonesa, confesó ser el autor del horrendo crimen. La cruda declaración la realizó cuando tuvo un careo con su mujer. Ella hizo que se declarara culpable.

El asesino dijo que todo había comenzado la noche del 2 de noviembre. Primero asesinó a su hermano Tamoto Shimizu y a su cuñada Hanai de Shimizu. Minutos después, repitió el ensañamiento con sus tres sobrinos: Tokio, Sumiko y Yoshiko. Luego, se dirigió a una habitación donde se encontró con Carlos Hiramo Tomayasu y su esposa, Carmen Mika, a los que les quitó la vida con rapidez y ferocidad.

Después de asesinarlos, sacó los cuerpos del lugar. Sin embargo, al percatarse que algunos agonizaban, los remató golpeándolos con un trozo de madera. Rápidamente les quitó la ropa y condujo hacia un descampado en el automóvil de su hermano. Llegó a la acequia Magdalena y arrojó los cuerpos. Un ajetreo que, según confesó, hizo que se quitara los zapatos y se quedara descalzo. Todo acabó la madrugada del 3 de noviembre.

Carlos Hiramo Tomayasu y su esposa, Carmen Mika, socios de Tamoto y Mamoru. (Foto: GEC Archivo Histórico)
Carlos Hiramo Tomayasu y su esposa, Carmen Mika, socios de Tamoto y Mamoru. (Foto: GEC Archivo Histórico)

El violento sujeto explicó por qué los había asesinado: tenía con ellos un grave problema familiar y descartó algún asunto político en el pleito. Con la confesión completa, el juez dejó en libertad a Kiyoshi Nayto, el otro detenido.

Al día siguiente, el 13 de noviembre de 1944, Mamoru reveló que había ocultado las ropas de las víctimas en una casa vecina a la suya. Allí la Policía encontró seis costales de carbón con las prendas de vestir. Los sacos estaban enumerados y las prendas estaban manchadas de sangre. Esa misma tarde, el confeso homicida fue llevado a la escena del crimen para la reconstrucción de los hechos. Pero esto no ocurrió, porque Mamoru dedicó demasiado tiempo en hablar por última vez con su mujer y su hijo.

Sentencia de muerte

Casi cuatro años después del asesinato, empezó el juicio contra Mamoru Shimizu. Al ser consultado por el crimen, el japonés cambió su versión y sostuvo que “cinco enmascarados fueron los autores de la masacre”. Indicó, además, que no habló porque los delincuentes lo habían amenazado con asesinar a su esposa e hijo. Sin embargo, el fiscal pidió 20 años de prisión y un pago de 70 mil soles como reparación civil.

El 4 de noviembre de 1948, Mamoru Shimizu fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de dos familias japonesas. (Foto: GEC Archivo Histórico)
El 4 de noviembre de 1948, Mamoru Shimizu fue condenado a 25 años de prisión por el asesinato de dos familias japonesas. (Foto: GEC Archivo Histórico)

El 4 de noviembre de 1948, el Segundo Tribunal Correccional condenó a Mamoru a 25 años de prisión por el asesinato de siete personas. Además, le obligó a pagar 70 mil soles como reparación civil para los familiares de las víctimas. Aunque su defensa trató de pedir la nulidad de la sentencia, la Corte Suprema ratificó la decisión judicial.

Años después de recibir su condena, el 4 de junio de 1959, Mamoru Shimizu murió en la cárcel tras sufrir un paro cardíaco. Así escribió una de las historias más sangrientas que se recuerdan en el Perú. Un crimen que lo convirtió en el “primer asesino en serie del país” hace más de 70 años.