Postergar una tarea rutinaria y aburrida es algo que hacemos todo el tiempo. (Foto: Getty Images)
Postergar una tarea rutinaria y aburrida es algo que hacemos todo el tiempo. (Foto: Getty Images)

No sacar la basura por días, hacer a última hora la tarea de la universidad, tener trabajo acumulado y en su lugar revisar las redes sociales, son claros ejemplos de procrastinar y que todos en algún momento lo hemos hecho. Sin embargo, posponer las cosas suele traer consigo consecuencias de corto y largo plazo en distintos planos de nuestra vida. El médico psiquiatra Carlos Bromley explica que las personas que acostumbran a postergar sus tareas no son flojas, sino que poseen esta característica en su personalidad que las lleva a meditar mucho antes de hacer una tarea, se bloquean y no llegan a la acción. “Dan miles de vueltas en el ‘¿cómo hacerlo?’, buscan la perfección, se llenan de ansiedad, se frustran y prefieren dejar el pendiente para más tarde. Al final, no terminan haciendo nada o lo hacen mal”, resalta.

Autosabotaje

Lo que usualmente se relaciona con problemas de productividad, el vivir postergando tareas, decisiones y responsabilidades, afecta todos los planos de nuestra vida. En lo social, por ejemplo, los amigos y familiares dejan de confiar en los procrastinadores, porque saben que no van a cumplir con lo que dicen o se les pide y terminan alejándose de ellos. Esto causa que el postergador sienta culpabilidad y frustración con él mismo. “Con el paso del tiempo, la procrastinación causa efectos destructivos en la salud mental, incluidos estrés crónico, angustia general psicológica y baja satisfacción con nuestra vida”, agrega Bromley.

Culpa y ansiedad

Para la psicoterapeuta Sarela Quiroz, directora del centro psicológico Yo Puedo, aplazar nuestras responsabilidades es vivir con permanente culpa y ansiedad. “Por un lado, abandonamos la tarea porque nos sentimos frustrados frente a ella, luego estamos angustiados por no estar cumpliendo con nuestra responsabilidad. Al final estamos corriendo a último minuto para terminar con las tareas encomendadas, un proceso que eleva los niveles de ansiedad y estrés”, señala Quiroz.

Raíz del problema

Al tratarse de una característica de la personalidad, esta se forma desde los primeros años de vida con la crianza, las relaciones intrafamiliares y experiencias escolares, factores que influyen en esta conducta de procrastinar. “Niños que han sido sobreprotegidos, que no han cumplido con responsabilidades en casa (de acuerdo a su edad), que no han tenido exigencia en la escuela. Pueden ser procrastinadores. Pierden constantemente los trabajos, no terminan la universidad, se vuelven una carga para sus padres, no son felices con la pareja. Es decir, viven sin cumplir metas y están insatisfechos con ellos mismos”, finaliza el psiquiatra. 

Identificar

Muchas veces superar la procrastinación requiere del acompañamiento de un especialista. Sin embargo, el primer paso es identificar las verdaderas razones del por qué postergamos. No me gusta, no sé hacerlo, no tengo los recursos para hacerlo. Una vez claro el panorama, hay que trabajar en los objetivos, motivarse y confiar en uno mismo, para luego organizar y planificar cómo cumplir los pendientes.

Ejemplo

Si los padres asumen las tareas y las resuelven cuando realmente hay que hacerlas, le enseñarán a sus hijo una valiosa lección de responsabilidad y serán adultos productivos.