Marcelo Paredes Cruz, quien trabajó durante 22 años como jefe de meseros de un restaurante, recibió 400 dólares como liquidación cuando fue despedido debido a que su centro de labores se vio forzado a cerrar como consecuencia de la crisis generada por el coronavirus.
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Esta persona, oriunda de Quito, Ecuador, lejos de desanimarse vio una oportunidad en medio de la pandemia que aqueja tanto a su país como a otros lugares del mundo, para crea un emprendimiento.
En una nota para el diario El Universo, contó que junto a sus vecinos del barrio Atucucho vienen creando nuevas oportunidades de trabajo, pues tras superar la tristeza que generó su despido, ideó la forma de incrementar el dinero recibido.
“Ojalá la gente pueda ver que atrás de una despido hay oportunidades”, señaló Paredes Cruz, quien ha creado en su propia casa un negocio de frutas y verduras, al cual bautizó como ‘Mikuna’ (‘Comida’ en quechua), convirtiéndose así en el principal vendedor de estos productos dentro de su comunidad.
“Mi principal proveedora es la señora Laurita que se quedó sin su puesto por el cierre del Mercado de la Ofelia; y me contacté con un amigo que hace empanadas, con mi vecina que vende queso manaba y con la 'gringuita’ que vende café, ahí, nace la economía social comunitaria, porque en mi barrio hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo por el coronavirus”, reveló.
Asimismo, precisó que vio la oportunidad para ofrecer a sus clientes el servicio de delivery.
“La gente que antes vendía verduras en locales, está saliendo a vender en carretillas porque es un barrio periférico, aquí hay muchos carretilleros y, ahí, vimos la oportunidad de llevar productos hacia la gente que no quiere salir, que quiere precautelar su salud, entonces, hacia ellos estamos enfocados”, contó Paredes.
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Como ha trabajado durante muchos años con alimentos y bebidas, en su negocio -que ha tenido gran acojida- aplica todos los protocolos de limpieza y bioseguridad.
Otro de sus puntos fuertes, son las ventas de canastas (económica, familiar y súper canasta), en las que incluye y vende empanadas, bolones, queso y café, elaborados por sus vecinos.
Por último, este emprendedor contó que sin pensarlo ‘Mikuna’ se ha convertido en un negocio familiar.
“Mi hija Sara Camila, de 22 años, estudia pedagogía y hora es la secretaria, recepcionista y encargada de las redes sociales. Mis dos hijos: Amaru, de 16 años y Mahe, de 13, estudiantes de colegio, son los empacadores. Mi primera hija, Vanesa Gabriela, es casada, tiene 29 años, es la publicista, hace los anuncios para publicar en Facebook. Su esposo Raúl, también se quedó sin trabajo y está manejando con nosotros”, reveló.