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Tras una declaración unilateral de independencia, "Cataluña se convierte en un estado autónomo en forma de república", anunció hoy el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quien asume el "mandato del pueblo" catalán.

No obstante, sugirió "suspender los efectos de la declaración de independencia" para iniciar un diálogo oportuno, refirió el presidente durante su comparecencia frente al pleno del Parlament, en un discurso de aproximadamente 30 minutos.

Paradójicamente, esta (nueva) independencia se da la misma semana del año en que se rompió por última vez. Solo que 83 años más tarde.

El 6 de octubre de 1934, en tiempos de la II República, el presidente del gobierno autónomo de Cataluña, Lluís Companys, proclamó un "Estado Catalán de la República Federal Española". Diez horas y decenas de muertos más tarde, Companys se rendía.

En el momento de la proclamación, los partidos de izquierda habían lanzado una "huelga general revolucionaria" para protestar contra la entrada en el gobierno de tres ministros de una coalición de partidos conservadores, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA).

"En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, y proclama el Estado Catalán de la República Federal Española", gritó Companys desde el balcón de la Generalitat, sede del gobierno catalán en el centro de Barcelona.

"Al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el gobierno provisional de la República".

Aparentemente, Companys no había consultado con los líderes de la huelga general. Por otro lado, la Segunda República española no era federal.

Ya antes, sin esperar la aprobación de la Constitución en diciembre de 1931, Cataluña, autoproclamada República, había intentado adquirir un estatuto de autonomía que sólo era compatible con un modelo de Estado federal. El gobierno de Madrid tuvo que negociar duramente para que las competencias catalanas fueran aceptables dentro de un Estado unitario.