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En los talleres de cerámica ubicados en los 12 pabellones del penal Castro Castro, un grupo de internos dedicados a la artesanía, moldearon piezas muy coloridas de su personaje más emblemático: El Chavo del Ocho.

La producción de los ceramios se volvió muy dinámica con la figura sonriente de este niño en el barril que aún hoy es adquirido por las visitas de amigos y familiares que acuden los días miércoles, sábados y domingos. 

Ramiro Dávila Torrejón (48), del pabellón 4A, lleva tres años purgando condena. Se ha convertido en un experto en el moldeado de la arcilla. Ahora mira satisfecho una réplica del “Chavo del Ocho”, y recuerda sus días de niño cuando podía ver en blanco y negro las imágenes del tan querido personaje.

LE AGRADECEN. Como él, más de 1 000 artesanos expresaron su agradecimiento a Gómez Bolaños, pues su figura y gran simpatía, les ha permitido generar ingresos para su familias y un logro en su proceso de resocialización.

Yolanda Cárdenas, directora del penal, de profesión trabajadora social, ha notado la tristeza de muchos internos por la noticia de su muerte.

Ella manifiesta que para los internos, Chespirito es un referente de su infancia, un ser con necesidades y un alma que sobrevive a pesar de las dificultades de la vida.

El rostro de cientos de Chavitos permanecerá por siempre en los talleres de trabajo de una de las 68 cárceles del Instituto Nacional Penitenciario.