En menos de dos meses, José Antonio Kast ha logrado duplicar sus apoyos hasta ubicarse por encima del 20% en intención de voto y situarse como la segunda o incluso la primera preferencia en algunas encuestas. (Foto: MARTIN BERNETTI / AFP)
En menos de dos meses, José Antonio Kast ha logrado duplicar sus apoyos hasta ubicarse por encima del 20% en intención de voto y situarse como la segunda o incluso la primera preferencia en algunas encuestas. (Foto: MARTIN BERNETTI / AFP)

Estados Unidos, Brasil, España, Hungría, Francia y, ahora, Chile. El país suramericano no se libra del auge mundial de la ultraderecha, que por primera vez en mucho tiempo tiene posibilidades de llegar a La Moneda, sede presidencial.

El responsable es José Antonio Kast, un ultraconservador con un duro discurso antiinmigración, a quien los sondeos colocan como uno de los dos favoritos en los cruciales comicios del próximo domingo, en los que se elegirá al sucesor de Sebastián Piñera.

En menos de dos meses, Kast ha logrado duplicar sus apoyos hasta ubicarse por encima del 20% en intención de voto y situarse como la segunda o incluso la primera preferencia en algunas encuestas, por delante del otro favorito, el diputado izquierdista Gabriel Boric.

Ninguno lograría imponerse en primera vuelta y tendrían que medirse en el balotaje del 19 de diciembre, pero su fulgurante ascenso polariza unas elecciones vitales en Chile, un país que no se ha recuperado todavía de la grave crisis social de 2019 y donde está en curso la redacción de una nueva Constitución.

Fuera de Chile, los apoyos de Kast -fan del estadounidense Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro- no son pocos: el exparlamentario forma parte del Foro de Madrid, un espacio “anticomunista” creado recientemente por el partido Vox, la tercera fuerza en el Congreso de España, y que busca posicionarse en la región.

Las razones del auge

Sus promesas de cavar una zanja para evitar la migración irregular, en momentos en que la llegada de migrantes por la frontera norte se ha disparado, o su apuesta por combatir la violencia en el sur, donde existe un enquistado conflicto entre indígenas y forestales con constantes ataques incendiarios y víctimas mortales, son algunas de las razones de su éxito.

Para el jefe de la Escuela de Gobierno de la Universidad de San Sebastián, Jaime Abedrapo, su discurso “claro y simple” sobre seguridad y combate de la violencia ha logrado calar en un sector de la derecha en la que hay un creciente sentimiento de “incertidumbre y desorden”.

Por otro lado, agregó a Efe, sus propuestas económicas para recortar el gasto estatal y bajar impuestos son atractivas en ciertas esferas de Chile, la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica.

“Kast busca devolver a Chile la imagen de un país admirado por su estabilidad, su estructura macroeconómica o su capacidad para superar la pobreza, ideas que se desdibujaron con la crisis social de 2019″, explicó Abedrapo.

Los dos Chiles

El firme avance de su candidatura contrasta con un país que eligió en 2020 cambiar su actual Constitución, heredada de la dictadura conservadora de Augusto Pinochet (1973-1990), y que encomendó la tarea de escribir una nueva a una asamblea de tendencia progresista, diversa, paritaria y con participación indígena.

Según Kenneth Bunker, director de la encuestadora Tresquintos, Kast le habla principalmente a un 20% de la población “que pertenece a un núcleo que todavía defiende el legado de Pinochet y que, incluso, no quería cambiar la Constitución”.

Su rechazo visceral al aborto o el matrimonio igualitario están en el extremo opuesto a las propuestas de Boric y eso “ha revivido a un sector de la derecha que siempre había estado ahí, pero que ahora ve en él una posibilidad real de gobernar”, agregó.

En el histórico plebiscito de 1988, casi un 45 % de la población votó a favor de continuar con la dictadura militar, recordó por su parte a Efe Javier Sajuria, de la Queen Mary University of London, en Reino Unido.

“Ya no hay tantos pinochetistas vivos como entonces, pero es el mismo principio. Es esa misma población la que está alzando al que podría ser el primer líder populista de Chile de toda la democracia”, sostuvo.

En su campaña de 2017, cuando obtuvo casi un 8 % de apoyo como independiente, Kast llegó a decir que, si Pinochet estuviera vivo, el general hubiese votado por él.

Sin embargo, en las últimas semanas, ha moderado su discurso y recientemente aseguró que “cualquier persona que haya violado los derechos humanos” no va a recibir su respaldo.

Crisis en el oficialismo

Para Sajuria, a diferencia de otros candidatos, Kast se ha llevado “lo bueno” de la derecha, que son sus votantes más tradicionales, y se ha librado de “lo malo”: la carga de estar vinculado a un Gobierno con baja aprobación y a un presidente al que están juzgando políticamente y que pudo ser destituido.

María Cristina Escudero, politóloga de la Universidad de Chile, cree que su ascenso está “claramente impulsado por el declive del candidato oficialista” Sebastián Sichel, un exministro que tuvo varios tropiezos en los debates y tiene una posición de centro que no “acaba de llamar al votante más conservador”.

El desencanto con Sichel, quien según los sondeos no llegaría a segunda vuelta, ha calado incluso dentro de la propia coalición conservadora de Gobierno y algunos dirigentes ya anunciaron que apoyarán a Kast, quien durante años perteneció al partido más tradicional del oficialismo, la Unión Demócrata Independiente (UDI), pero que ahora va por libre.

“El centro político se ha ido vaciando -esgrimió a Efe Escudero- y el escenario de incertidumbre que enfrenta el país ha dejado espacio para que las opciones más radicales y firmes se conviertan en las más atractivas”.

Fuente: EFE

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