El Gobierno de Ecuador firmó hoy un acuerdo con Italia por el que este país condonará deuda de unos 47 millones de dólares a fin de no explotar el yacimiento de petróleo del parque nacional de Yasuní, para respetar su biodiversidad y a las comunidades indígenas que lo habitan.
"Esta deuda bilateral tendrá un efecto multiplicador por alimentar un fondo que pretende dar una respuesta integral a temas de cambio climático, dejando el petróleo bajo tierra y evitando la emisión de 407 millones de toneladas de CO2", explicó en declaraciones a la prensa la ministra coordinadora de Patrimonio de Ecuador, María Fernanda Espinosa.
En virtud de la iniciativa Yasuní-ITT, firmada hoy por Espinosa y el subsecretario de Asuntos Exteriores de Italia, Staffan de Mistura, ante el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el país europeo condonará 35 millones de deuda a Ecuador, que se destinarán a un fondo fiduciario encargado de sufragar proyectos medioambientales.
Este fondo, en cuyo directorio figuran, además del Gobierno de Ecuador, los de Italia y España, y que cuenta con la supervisión del PNUD, apuesta por las energías renovables y el desarrollo social, especialmente el de las comunidades indígenas amazónicas que viven en el parque Yasuní, uno de los centros con mayor diversidad biológica del planeta.
"Ecuador es un ejemplo internacional, y su población debería estar muy orgullosa por esta iniciativa, que es ilógica desde el punto de vista financiero, pero que tiene toda la lógica a largo plazo, desde la perspectiva de preservación del medio ambiente", remarcó De Mistura.
El responsable italiano elogió que Ecuador haya adoptado "esta visión de futuro" y se mostró "agradecido por poder acompañarlos en este viaje", a través de esta aportación económica, que convierte a Italia en el mayor contribuyente al fondo fiduciario, con el que también han colaborado, entre otros, los Gobiernos de España, Colombia, Chile, Georgia o Turquía.
El parque de Yasuní ocupa un millón de hectáreas y en él conviven dos comunidades indígenas, los Tagaeri y los Taromenane, para los que esta selva, rica en plantas medicinales, constituye su único refugio.