El expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, habla en el Mar-a-Lago Club en Palm Beach, Florida, el 15 de noviembre de 2022. (Foto de ALON SKUY / AFP)
El expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, habla en el Mar-a-Lago Club en Palm Beach, Florida, el 15 de noviembre de 2022. (Foto de ALON SKUY / AFP)

Dio la mayor sorpresa política de los últimos tiempos al convertirse en presidente en 2016. Su partida, cuatro años después, se vio envuelta en un caos inimaginable. Y ahora, como candidato por tercera vez a las elecciones presidenciales, Donald Trump continúa sacudiendo la historia de Estados Unidos.

Como siempre, él sigue su instinto. Se ha dicho mil veces que estaba acabado políticamente pero él confía en resurgir de sus cenizas, inmune a los escándalos.

Fracturas

Abandonado por gran parte de su equipo después de que sus simpatizantes asaltaran el Congreso estadounidense el 6 de enero de 2021, el multimillonario de 76 años, que encarna un populismo sin complejos, ha recuperado el control sobre el Partido Republicano al que pedirá que lo elija para intentar reconquistar la Casa Blanca.

No se andará con miramientos con quienes le obstaculicen el paso porque Trump sigue fiel a su principio: o están con él o están contra él.

En su lujosa residencia de Mar-A-Lago en Florida, este expresidente recibe a candidatos republicanos a concejales, gobernadores o senadores que acuden a jurarle lealtad, conscientes de su influencia.

En las redes sociales sigue poniendo apodos a sus detractores. Al presidente demócrata estadounidense Joe Biden lo llama “Joe adormilado”. Y a su gran enemiga republicana Liz Cheney la trata de “loca”.

Cercado por investigaciones, sobre su papel en el asalto al Capitolio, la gestión de los archivos de la Casa Blanca y sus asuntos financieros, Donald Trump se lanzó de lleno en la campaña para las elecciones legislativas en la que denunció una “caza de brujas”.

Donald Trump sacó a la luz las fracturas en Estados Unidos, pero también las amplificó. Se fue de la Casa Blanca dejando detrás de él una nación mortificada, llena de dudas y carcomida por la ira.

Los partidarios del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sostienen banderas frente a la residencia de Trump en Mar-A-Lago en West Palm Beach, Florida, el 15 de noviembre de 2022. (Foto de Giorgio VIERA / AFP)
Los partidarios del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sostienen banderas frente a la residencia de Trump en Mar-A-Lago en West Palm Beach, Florida, el 15 de noviembre de 2022. (Foto de Giorgio VIERA / AFP)

Fuera de lo normal

Donald J. Trump, nacido en Nueva York el 14 de junio de 1946, se formó en una escuela militar y estudió administración de empresas antes de trabajar en el negocio familiar.

Al contrario de lo que él suele contar, no hay nada de “hombre hecho a sí mismo” en su historia. Después de la Segunda Guerra Mundial, su padre, Fred Trump, descendiente de un inmigrante alemán, ya había construido un imperio en Nueva York edificando viviendas para la clase media en barrios obreros.

Donald Trump tomó las riendas de la empresa en la década de 1970 con un sólido impulso financiero de su padre y se ganó la simpatía de muchos estadounidenses gracias a un programa de telerrealidad: “El aprendiz”.

Llegó al poder en noviembre de 2016 en un escenario político inédito que nadie -o casi nadie- había previsto.

Durante sus cuatro años en el 1600 de Pennsylvania Avenue Trump gobernó sin filtros, sin normas, frente a estadounidenses entusiastas, estupefactos o asustados.

Este padre de cinco hijos nacidos de tres mujeres distintas y con diez nietos exaltó durante su mandato los valores familiares para atraer a los círculos evangélicos, a los que brindó una gran victoria sobre el aborto gracias a haber remodelado la Corte Suprema.

En política exterior intimidó a los aliados de Estados Unidos, participó en una escalada impredecible con Irán, demostró una fascinación por los líderes autoritarios, desde el presidente ruso Vladimir Putin hasta el líder norcoreano Kim Jong Un, y frenó la movilización contra el cambio climático. Todo ello en nombre de “Estados Unidos primero”.

Los simpatizantes se reúnen en el Mar-a-Lago Club antes de un discurso del expresidente estadounidense Donald Trump en Palm Beach, Florida, el 15 de noviembre de 2022.  (Foto de ALON SKUY / AFP)
Los simpatizantes se reúnen en el Mar-a-Lago Club antes de un discurso del expresidente estadounidense Donald Trump en Palm Beach, Florida, el 15 de noviembre de 2022. (Foto de ALON SKUY / AFP)

Amargado

Dos años después de haber salido de la Casa Blanca, este showman sigue convenciendo a estadounidenses -en su mayoría blancos y de cierta edad- que se sienten desdeñados por las “élites” de la Costa Este con un discurso centrado en la lucha contra la inmigración y la delincuencia.

¿Le bastará para repetir su hazaña?

Privado de su cuenta de Twitter, que usaba como megáfono para comunicarse con 80 millones de seguidores y a través del cual anunció aranceles aduaneros de castigo contra China y hasta la liberación de un rapero, los mensajes del exinquilino de la Casa Blanca ya no tienen el mismo eco.

En los mítines de campaña, donde aún abundan las famosas gorras rojas Make America Great Again, ya no se ve a la multitud de antaño.

Donald Trump parece menos en forma.

El clan familiar del septuagenario, en el que se ha apoyado durante mucho tiempo, también muestra fisuras.

En su testimonio ante una investigación parlamentaria, su adorada hija Ivanka, una de sus asesoras más cercanas en la Casa Blanca, reconoció que ya no cree en la teoría de que al expresidente “le robaron” las elecciones de 2020.

En su cruzada contra estos supuestos “fraudes”, nunca probados, este gran aficionado a la lucha libre parece ahora amargado y cínico, casi enquistado.

Pero puede contar con su base de simpatizantes, que se ha unido a grupos en todo el país que prometen “proteger” las próximas elecciones. Frente a sus casas, algunos colgaron una nueva bandera: “Trump 2024: las reglas han cambiado”.

Fuente: AFP