Mientras el té verde pulverizado conquista redes sociales y cafeterías en todo el mundo, los cultivos tradicionales en Japón luchan por sostener la creciente demanda internacional.
Mientras el té verde pulverizado conquista redes sociales y cafeterías en todo el mundo, los cultivos tradicionales en Japón luchan por sostener la creciente demanda internacional.

El matcha, un tipo de té verde en polvo cultivado artesanalmente en Japón, se ha convertido en la bebida estrella del momento, impulsada por su vibrante color, sus beneficios para la salud y el respaldo masivo de influencers en TikTok, Instagram y YouTube. Sin embargo, el auge global ha desbordado la capacidad de producción nipona y ha generado tensiones en el comercio internacional.

En Los Ángeles, el nuevo local de la marca especializada Kettl refleja esta tendencia: teteras artesanales, cuencos de cerámica y una carta con más de 20 tipos de matcha, aunque 21 de ellos están agotados, según afirma su fundador, Zach Mangan.

“Los clientes vienen apurados, temiendo que el matcha se acabe”, relata Mangan, quien también advierte que el precio del polvo verde se ha incrementado en 198% en Japón en el último año.

La escasez comienza en los campos japoneses. En Sayama, a las afueras de Tokio, Masahiro Okutomi, heredero de una empresa familiar de té con 15 generaciones de historia, confiesa que ya no puede aceptar más pedidos. El cultivo del matcha requiere técnicas delicadas, como el sombreado de las hojas, la cosecha manual y la molienda lenta, lo que hace difícil escalar la producción sin comprometer la calidad.

“Estoy contento con el interés global, pero ahora mismo es casi una amenaza. No podemos seguir el ritmo”, lamenta Okutomi.

El fenómeno estalló en redes sociales con creadores como Andie Ella, influencer francesa de 23 años con más de 600 mil seguidores, cuyas latas de matcha saborizado se han vendido en más de 133.000 unidades desde noviembre de 2023.

Crece el mercado, crecen los desafíos

Según datos oficiales, más de la mitad de las 8.798 toneladas de té verde exportadas desde Japón en 2024 corresponden al matcha, el doble que hace una década. El mercado global se estima en 3.300 millones de dólares este año, pero no todo es color verde brillante.

En la primera subasta de tencha —la hoja base del matcha— en Kioto, el precio promedio alcanzó un récord de 8.235 yenes por kilo (unos 57 dólares). A eso se suma una posible subida de aranceles estadounidenses de 10% a 24% en julio, lo que amenaza con encarecer aún más el producto en mercados clave como EE.UU.

“Intentamos absorber los costos, pero no podemos subir los precios indefinidamente”, advierte Mangan.

En Japón, el número de explotaciones de té se ha reducido a una cuarta parte en los últimos 20 años. Aunque el gobierno promueve la producción a gran escala, pequeños productores como Okutomi insisten en que la formación técnica y cultural toma décadas, y que este arte milenario no se puede improvisar.

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