Se han establecido parámetros estrictos para limitar los contagios, que incluso impiden gritar, vitorear o cantar como aliento  (Foto de Behrouz MEHRI / AFP).
Se han establecido parámetros estrictos para limitar los contagios, que incluso impiden gritar, vitorear o cantar como aliento (Foto de Behrouz MEHRI / AFP).

Estas no son las primeras Olimpiadas que realiza Tokio. En 1964 fue también sede de otros Juegos Olímpicos, 19 años después de la Segunda Guerra Mundial.

En menos de un mes, el 23 de julio, se dará inicio oficial a las Olimpiadas de Tokio 2020, un año después de lo previsto, debido a la pandemia de COVID-19. Estos JJ.OO. serán el primer megaevento deportivo de carácter mundial que tenga lugar tras declararse la emergencia sanitaria internacional. El espíritu festivo del evento, sin embargo, se verá comprometido, pues han establecido una serie de estrictas regulaciones para evitar contagios.

El Comité Olímpico Internacional (COI) publicó este mes la tercera y última versión de la guía para los atletas. El documento pretende regir el comportamiento de los participantes con indicaciones que llegan incluso a instarlos a evitar gritar, vitorear y cantar para alentar a otros competidores. “Encuentre otra forma de mostrar apoyo o celebrar durante la competición, como aplaudir”, señala el texto.

El uso de mascarilla es además una obligación en todo momento, excepto a la hora de comer, beber, entrenar, competir o dormir, y todo contacto físico, como los abrazos y apretones de manos, están descartados. Todos los participantes deberán además contar con un test negativo de COVID-19 antes de viajar a Japón, y otra prueba se les hará al llegar.

Los atletas tampoco deberán moverse fuera de las zonas delimitadas para ellos. La guía proscribe usar transporte público y “caminar por la ciudad, visitar áreas turísticas, tiendas, restaurantes o bares, gimnasios, etc.”. No hacer caso conlleva una serie de sanciones que incluyen desde una advertencia hasta la descalificación y exclusión de los JJ.OO. e incluso una multa económica.

Los periodistas extranjeros que cubran los encuentros también deben cumplir con indicaciones al pie de la letra. Los casi 6000 representantes de medios procedentes del extranjero deben, por su parte, proporcionar una lista detallada de los sitios donde trabajarán durante sus dos primeras semanas en Tokio, tanto las sedes olímpicos como los hoteles. Y serán monitoreados.

“Para asegurarnos que la gente no irá a otros sitios que los que tienen autorizados, utilizaremos el GPS para gestionar estrictamente su comportamiento”, señaló Seiko Hashimoto, presidenta del Comité Organizador de Tokio-2020.

Y en cuanto los espectadores, solo podrá asistir público local. Los visitantes extranjeros están prohibidos. Cada sede tendrá una ocupación de hasta el 50% de su capacidad de aforo, con un límite de 10 mil personas. El alcohol estará vetado y  se deberá usar mascarilla, salvo en espacios abiertos, guardando una distancia social mínima de dos metros. A los fans no se les permitirá alentar de forma ruidosa o pedir autógrafos o saludos con contacto a los atletas. Aún es posible, no obstante, que las competencias se den sin público, si es que las autoridades japonesas así lo deciden.

En contra

Ante la preocupación por el peligro que representan los JJ.OO. cuando el mundo aún no sale de la pandemia, muchas voces en el propio Japón han pedido su cancelación. Recientes encuestas muestran que un 48% de la población está en contra de su realización. Incluso, el emperador Naruhito, una figura protocolar que rara vez interviene en política, señaló que está “extremadamente preocupado” por los riesgos a la salud que provocaría el evento.

Pero el factor financiero también es un tema presente. El COI depende financieramente de los ingresos por derechos de transmisión. Se ha estimado que estos rondarían los 3000 o 4000 millones de dólares.

En total, el costo de los JJ.OO. está alrededor de 15,400 millones de dólares.

En mayo, el Instituto de Investigación Nomura hizo una estimación de que cancelar las Olimpiadas costaría a Japón unos 16,600 millones de dólares. Sin embargo, una nueva declatoria de emergencia sanitaria saldría más cara, si se toma en consideración la establecidas durante la primavera de 2020 y la que se efectuó entre enero y marzo de 2021, que representaron cada una más de 70 mil millones de dólares en pérdidas, según el Instituto Nomura. En Japón, además, la vacunación marcha lentamente.