La Santa Sede no dio información sobre el costo del cónclave que empezó ayer, y su portavoz, Matteo Bruni, se limitó a recordar que no habrá ningún “patrocinador” publicitario.
Para la ocasión, se hizo venir desde todo el mundo a los cardenales y sus asistentes, darles alojamiento, comida y servicio de lavandería. Asimismo, se debió preparar la Capilla Sixtina y la plaza de San Pedro, tanto para el funeral de Francisco como para la futura proclamación del nuevo papa.Se trata de un conjunto de medidas que lastrarán aún más las finanzas de la Santa Sede, cuyo gobierno central (la Curia) tenía un déficit de unos 30 millones de euros (34 millones de dólares al cambio actual) en 2022, por unos ingresos de 769 millones de euros (872 millones de dólares), según el Vaticano.
Después de la renuncia de Benedicto XVI en 2013, la Santa Sede no detalló cuánto costó el cónclave que condujo a la elección de Francisco. Solo dijo que ese año se tuvo un déficit de 24 millones de euros.
Con la idea de poner orden en las finanzas vaticanas y combatir el fraude, el papa Francisco creó en 2014 el poderoso Secretariado para la Economía. El organismo asumió la tarea de vender cada año partes del inmenso patrimonio del Vaticano, con el objetivo de recabar entre “20 y 25 millones de euros” anuales, según dijo en 2022 su prefecto, el sacerdote español Juan Antonio Guerrero.
Ahora, el microestado continúa sufriendo por la caída de las donaciones de los fieles y las inversiones financieras de rendimiento incierto, además de escándalos de malversación que salpicaron al influyente cardenal Ángelo Becciu, a quien no se le permitió votar en este cónclave.