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Los oficinistas de la City de Londres miran cara a cara a la historia estos días gracias a la exhumación de 3.000 esqueletos de hace siglos para dar paso a una nueva línea de ferrocarril.

Entre los rascacielos de vidrio y acero de la City, el distrito financiero, se encuentra el recién descubierto cementerio Bedlam, el lugar de descanso final para miles de personas que murieron entre 1569 y 1738.

Los arqueólogos cepillan cuidadosamente el suelo mientras banqueros, abogados y otros profesionales aplazan sus ocupaciones unos minutos para preguntar, y preguntarse, por quienes les precedieron en el barrio y vivieron la peste, la guerra civil y el Gran Incendio que destruyó Londres en 1666.

"He recorrido tantas veces esta calle, caminando por encima de tanta historia", reflexiona Mark Bugeja, de 48 años, quien trabaja en una consultoría de gestión.

"Probablemente hay un montón de historias tristes de las personas que estaban allí. Probablemente muchos de ellos no hubieran muerto hoy en día".

El cementerio de Bedlam -construido en un terreno comprado al hospital psiquiátrico de Bethlem, conocido como Bedlam- fue utilizado para las personas que murieron durante la gran epidemia de peste de Londres en 1665-66.

Era un cementerio público, en él acababan los londinenses que no podían pagar un entierro en una iglesia, los delincuentes y los no anglicanos.

A partir de 2018, el lugar estará ocupado por la estación Liverpool Street de Crossrail, la nueva línea ferroviaria subterránea de la ciudad.

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