Con el pasar de los días y horas la angustia crece en miles de turistas que permanecen atrapados en el balneario mexicano de Acapulco por los efectos del ciclón "Manuel", que va en aumento ante el temor de que la lluvia dificulte su salida de una ciudad devastada.

"La gente ya no está tranquila, ya la urgencia es salir. Todo el mundo quiere salir como sea porque anoche hubo un tormentón y dices: otra vez tormenta, no van a estar listas las carreteras'", dijo a EFE Geraldine Van Geffen vía teléfono.

Unos 40 mil turistas quedaron atrapados en Acapulco, donde las lluvias de "Manuel" provocan desde el fin de semana pasado inundaciones y destrozos que dejaron incomunicada a la ciudad.

Si bien el martes se abrió un puente aéreo de emergencia, los turistas han comenzado a salir a cuenta gotas, gracias a los vuelos que las aerolíneas han fletado, pero todavía son insuficientes para evacuarlos.

Las instalaciones del aeropuerto de Acapulco quedaron destrozadas.

Van Geffen asegura que el caos crece cada día. "Nadie te da información afuera (...). Ayer todos se formaban por vuelo y así iban saliendo. Pero hoy es como puedas, fórmate y el que pase tuviste suerte y el que no, ahí se queda", añadió.

En el aeropuerto no hay luz y por ello cuando se hace de noche los vuelos dejan de salir, explicó la turista.

Aunque los Gobiernos federal y estatal hacen llamamientos a la calma, el caos sigue presente en este balneario al que miles de personas habían acudido para pasar el puente conmemorativo del día de la Independencia, por lo que había más turistas de lo habitual.

Los hoteles tratan de adaptarse a una situación en la que los huéspedes son personas que ya no están de vacaciones, sino esperando a que la situación se normalice, dentro de lo posible.

PELEA POR COMIDA. Víctor Rangel, otro turista, indica que en muchos hoteles de Acapulco se ha aplicado la política de no cobrar el alojamiento a las personas cuya estancia ya tendría que haber acabado.

Según Rangel muchos supermercados quedaron inundados por las lluvias y en los pocos que hay abiertos se lleva un férreo sistema organizativo para que entren de diez en 10 personas. Se puso este sistema porque las primeras horas fueron caóticas, "la gente se volvió loca" y comenzó a comprar masivamente y a "pelearse por comida porque hubo mucho pánico".